Correlaciones: Finalmente, serán los chinos
Este sábado China se convirtió en el tercer país
del mundo tras Estados Unidos y la ex Unión Soviética en realizar un alunizaje
controlado en nuestra Luna con la misión Chang'e 3, la que lleva en su interior
al rover YuTu (o "Conejo de Jade" en chino).
Así describía sucintamente la prensa la llegada del rover
chino a la Luna. La verdad es que no me extraña lo más mínimo. Desde que los
Estados Unidos de América parece que renunciaron a la conquista del espacio,
otros han tomado el relevo.
De no ser por los rusos, la Estación Espacial Internacional estaría
desierta y de no ser por los chinos, la idea de volver a la Luna parece que
estaba aplazada sine die. Ahora todo son prisas y parece ser que los
norteamericanos quieren enviar una misión a nuestro satélite para ver cómo se
comportan determinadas plantas en entornos de baja gravedad, pero no deja de
parecer una excusa barata y que los ha tomado con la guardia baja.
Ya lo previó Arthur C. Clarke en sus novelas de la serie
2001. Una odisea en el espacio que los chinos acabarían
pasando por delante de rusos (entonces soviéticos) y norteamericanos en la
carrera espacial. Aunque como buen occidental, los condena a un cierto fracaso
fagocitante (no digo nada más para no introducir espoilers).
De todas maneras, parece ser que la conquista del espacio
del siglo XXI será mucho más internacional de lo que parecía que iba a ser: a Estados
Unidos y Rusia, se han añadido la Unión Europea, Japón, China y la India y
posiblemente no sean éstos los últimos en sumarse a la carrera espacial.
Correlaciones: Venimos volando
Hace unos días saltó a la red la noticia de que Amazon
proyectaba enviar algunos de sus pedidos mediante drones. Supongo que la cosa
no iba demasiado en serio y se trataba de crear una noticia mediante la cual se
hablase mucho de Amazon ahora que estamos en plena campaña de las compras
navideñas, pero lo cierto es que en todas partes existen movimientos para hacer
posible esta idea.
Inmediatamente después de leer la noticia, me acordé de la novela
corta “Acelerados en el instituto Fairmont” ("Fast Times at Fairmont
High", 2001) de Vernor Vinge, ganadora del premio Hugo del año 2002, en la
que aparecía un sistema de distribución aérea parecido al de los drones que nos
propone Amazon.
No hace falta decir que no todo el mundo podría recibir un
paquete mediante un drone, debido a la topología de las ciudades (calles
estrechas y caóticas) y que el sistema tal vez no fuese excesivamente rentable (precio
del combustible), ni mucho menos seguro. Habría que diseñar un sistema de
corredores aéreos para los drones y, en última instancia, como cualquiera
podría ser susceptible de recibir un paquete, me temo que la cosa se
complicaría mucho.
Supongo que en ciudades extensas, de baja densidad
poblacional, com amplias avenidas o incluso carreteras, el sistema sería más
viable. Pero ello nos sigue dejando el punto nada baladí de la seguridad. ¿De
verdad que queremos llenar el cielo de nuestras poblaciones de drones ruidosos
que podrían colisionar accidentalmente con cualquier edificio o vehículo?
Yo particularmente no lo veo nada claro, pero es cierto que
en muchos lugares se están preparando para lo que sería una revolución en la
distribución de mercancías no voluminosas. Veremos en qué acaba la cosa.
El cementerio sin lápidas y otras historias negras / Neil Gaiman
El cementerio sin lápidas y otras historias negras
Neil Gaiman
Roca Editorial
214 págs.
2012
Estamos ante una interesante selección de relatos de Neil
Gaiman, todos de corte fantástica y alguno con algún elemento de terror
sobrenatural, aunque ninguno de los relatos da miedo de verdad. Más bien,
forman parte del universo personal del autor: algunos remiten a su infancia y otros
están más deslocalizados.
“El caso de los 24 mirlos” es un relato compuesto a partir
de canciones infantiles inglesas, una especie de batiburrillo del imaginario de
la infancia de un niño inglés supuestamente típico.
“El puente del Troll” sería un relato de terror si diese
miedo (que no lo da) y trata sobre un niño que se encuentra un troll bajo un
puente. Realmente trata sobre la infancia y la madurez, sobre los cambios
producidos a lo largo de la vida y sobre la experiencia vital.
“No le preguntes a Jack” es un relato sin mayor
trascendencia sobre un antiguo juguete abandonado en el desván de una casa.
“Cómo vender el puente de Ponti” es un original relato sobre
un fraude típico similar a la historia de cómo venderle la torre Eiffel a un
turista, sólo que éste está magníficamente ambientado en un mundo imaginario de
corte medieval.
“La presidencia de octubre” es un diálogo imaginario entre
los meses del año, homenaje a un relato de Ray Bradbury.
“Caballería” es un irónico relato sobre un caballero en
busca del Santo Grial que, curiosamente acaba en manos de una ancianita inglesa
que lo tiene en la repisa de su chimenea como elemento decorativo.
“El precio” es un relato sobre un gato negro capaz de
mantener a ralla al mismísimo diablo.
“Cómo hablar con las chicas en las fiestas”, mi favorito, es
un cuento sobre un par de chicos que acuden a la fiesta equivocada en medio de
unas curiosas y peculiares “chicas”. Trata sobre la adolescencia y lo problemas
de comunicación entre chicos y chicas.
“El pájaro del Sol” es una excéntrica narración de un club
de sibaritas gastronómicos que viajan a Egipto para degustar lo último en
ágapes fantásticos.
“La lápida de la bruja” es un bello relato sobre un chico
que vive en un cementerio cuidado y educado por los espíritus de los muertos y
sobre una aventura que le sucede cuando sale del cementerio.
“Instrucciones” habla sobre cómo sobrevivir a un relato
fantástico cuando casualmente se cae en él como protagonista. No deja de ser
una boutade del autor, aunque tiene su gracia.
En general, una interesante selección de relatos, aunque no
necesariamente los mejores del autor.
China y la ciencia ficción
Nuevos territorios se abren para los aficionados a la
ciencia ficción. En este caso, se trata de China. En este país, la ciencia
ficción no estaba demasiado bien vista por el partido comunista que gobierna el
país hegemónicamente. Por el motivo que fuese: quizá porque veían la ciencia
ficción como un engendro puramente occidental o porque hacía pensar a la gente,
lo que siempre es malo en una dictadura.
Pero fuese el motivo el que fuese, la ciencia ficción estaba
bastante vetada en los ámbitos públicos chinos. Pero he aquí que la vida da
muchas vueltas y que los dirigentes chinos estaban preocupados por el bajo
nivel de creatividad de sus científicos e ingenieros, así que se fueron a
Estados Unidos a investigar qué diferencias substanciales había entre
científicos y técnicos de ambos lados del océano.
Y curiosamente, una de las diferencias que encontraron los
chinos fue que los científicos norteamericanos, en importante proporción, eran
grandes aficionados a la ciencia ficción. Así que, ni cortos ni perezosos, los
chinos hicieron lo que mejor saben hacer: copiar lo que funciona en otras
partes adaptándolo, eso sí, a la realidad nacional.
Así, hace poco ha empezado a haber convenciones chinas de
ciencia ficción y esta rama de la literatura fantástica es vista con otros ojos
de un tiempo para acá. Vivir para ver.