Chocky / John Wyndham
Chocky
John
Wyndham
Chocky (1979)
Ed.
Minotauro
Págs. 190
2010
Parece mentira que una novela de 190 páginas pueda explicar
de cabo a rabo una historia interesante y autoconclusa hoy día. Pero es que,
claro, Chocky, del británico John Wyndham fue escrita en el
1979. Hoy día, estas novelas ya no se estilan. Hoy es rara la novela que no
pasa de las 500 páginas y tiene montones de personajes y de tramas.
A mí, en cambio, me gustan más estas historias simples, con
pocos personajes bien tratados que explican una historia más o menos lineal sin
grande complicaciones ni grandes pretensiones. Debe ser que soy de otra época.
Y que conste que ello no me impide disfrutar de las novelas corales o de las
novelas río, que pueden ser muy interesantes, también.
Chocky narra la historia de un supuesto
amigo imaginario que habita en la mente del protagonista, un chico de once
años. Pronto empezamos a sospechar que lo que habita en su mente es algo más
que un amigo imaginario, aunque no es hasta cerca del final cuando descubrimos
la verdadera naturaleza del ente, aunque ya lo sospecháramos desde bastante
antes.
Chocky es una historia sencilla, con
pocos personajes y sin grandes pretensiones, con el gusto de la ciencia ficción
clásica. Esta novela inspiró una serie juvenil de televisión de ciencia ficción
con el mismo nombre, a la que le siguieron dos secuelas.
A mí, Chocky me trae recuerdos de mi
infancia, pues recuerdo haber visto las series en cuestión y ahora que me he
leído la novela original de Wyndham, he podido rememorar parte del encanto de
aquellos años perdidos.
En 2008, Steven Spielberg adquirió los derechos para hacer
una película, así que tal vez pronto veamos a Chocky en la
gran pantalla.
Atlántida / Javier Negrete
Atlántida
Javier Negrete
Atlántida (2010)
Ed. Booket
Págs.: 608
2012
Atlántida es de esos libros de ciencia
ficción que bien podrían haber sido escritos por un famoso americano autor de best-sellers,
si bien es cierto que se les nota el tono castizo. No por ello dejan de tener más
o menos interés.
Atlántida nos cuenta la historia de un
futuro más o menos cercano en que la actividad volcánica de la Tierra se desata
con furia en un lapso de tiempo muy breve y en el que la vida de los seres
humanos sobre la faz del planeta parece amenazada de manera trágica. En medio
de todo ello, unos personajes bastante diversos y de orígenes muy diversos
tratan por todos los medios impedir la catástrofe… o acelerarla.
La novela, que se lee muy bien, no es ni demasiado densa ni
demasiado ligera. Está en su punto, diría yo. Eso sí, las influencias y las
filias del autor se ven claramente: la inmortalidad, la Grecia arcaica y clásica,
Dune, El Señor de los Anillos, Star Wars o la teoría Gaia. Muchas son las
referencias a estos temas a lo largo de toda la novela.
Y eso que en otro autor podría haber quedado como un refrito
indigesto, Negrete lo combina bastante bien y lo hace creíble, a pesar de que
es cierto que algún detallito chirría un poco. Por ejemplo, la cita al
Emperador de Todas las Cosas de Norman Spinrad no es óbice para perdonar que
alguno de los protagonistas se comporte como tal.
La novela trata temas tan en boga en el mundo científico
como los supervolcanes, la teoría Gaia o la búsqueda genética de la longevidad.
Pero también aparecen otros temas que rozan la superchería, como la telepatía o
las regresiones.
En fin, que se trata de una novela interesante, con
abundantes pasajes narrativos que no se hacen nada pesados, con una cierta
intriga, bien dosificada y con un final cerrado, aunque lo suficientemente
elástico como para permitir una continuación si el autor decide retomar el tema
algún día.
Por otro lado, el tratamiento que se le da a la Atlántida,
sin dejar de ser altamente fantástico, no deja de ser más creíble que muchas
tonterías sin sentido que se han escrito últimamente sobre el mítico continente
perdido.
Posiblemente si Negrete fuese americano y escribiese en
inglés, la novela habría llegado mucho más lejos en los rankings de ventas.
Correlaciones: Concentrando la luz
Cada
vez hay más quejas del uso que algunos desaprensivos están haciendo de los
punteros láser. Por ejemplo, se quejan los pilotos de los aviones que dicen que
están hartos de tener que soportar a imbéciles que se dedican a apuntar a la
cabina de vuelo desde el exterior cuando están aterrizando, con el pertinente
riesgo a provocar un accidente.
Por
desgracia, esto de los punteros láser se ha convertido en un triste clásico. Es
normalísimo utilizarlos para molestar cuando estamos viendo una película en el
cine o, peor, apuntando a los ojos de árbitros y jugadores en un torneo de
fútbol, básquet o del deporte que sea.
A
pesar de las advertencias que incorporan los propios punteros láser de no
apuntar a los ojos porque pueden producir lesiones retinales e incluso la
ceguera, vemos como cada vez su uso está más extendido. Es más, se ha pasado de
los clásicos punteros de led rojo a los punteros de led verde, utilizados en
astronomía, mucho más energéticos y penetrantes, es decir, mucho más
peligrosos.
Esto
me recuerda a un par de relatos de ciencia ficción que tienen una cierta
relación con el tema de concentrar luz en un punto. Uno de ellos es un relato
clásico de Arthur C. Clarke contenido en la antología, Relatos de diez
mundos: “Un ligero caso de insolación” (A Slight Case of
Sunstroke, 1958), en el que los hinchas de un equipo de fútbol
deciden cargarse al árbitro de una manera verdaderamente original.
Otro
caso parecido lo encontramos en la novela corta de Frederik Pohl “Cual plaga de
langosta” (Like Unto the Locust, 1979), en que se utiliza
una curiosa tecnología para concentrar los rayos y aprovechar la energía solar
mediante un sistema biológico.
Aunque
claro, el caso más espectacular y más cinematográfico lo encontramos en los
disparos que profiere la Estrella de la Muerte de la mítica serie Star
Wars. ¡Eso sí que es un puntero láser y lo demás son mandangas!