30 octubre 2012

Chocky / John Wyndham


Chocky
John Wyndham
Chocky (1979)
Ed. Minotauro
Págs. 190
2010

Parece mentira que una novela de 190 páginas pueda explicar de cabo a rabo una historia interesante y autoconclusa hoy día. Pero es que, claro, Chocky, del británico John Wyndham fue escrita en el 1979. Hoy día, estas novelas ya no se estilan. Hoy es rara la novela que no pasa de las 500 páginas y tiene montones de personajes y de tramas.

A mí, en cambio, me gustan más estas historias simples, con pocos personajes bien tratados que explican una historia más o menos lineal sin grande complicaciones ni grandes pretensiones. Debe ser que soy de otra época. Y que conste que ello no me impide disfrutar de las novelas corales o de las novelas río, que pueden ser muy interesantes, también.

Chocky narra la historia de un supuesto amigo imaginario que habita en la mente del protagonista, un chico de once años. Pronto empezamos a sospechar que lo que habita en su mente es algo más que un amigo imaginario, aunque no es hasta cerca del final cuando descubrimos la verdadera naturaleza del ente, aunque ya lo sospecháramos desde bastante antes.

Chocky es una historia sencilla, con pocos personajes y sin grandes pretensiones, con el gusto de la ciencia ficción clásica. Esta novela inspiró una serie juvenil de televisión de ciencia ficción con el mismo nombre, a la que le siguieron dos secuelas.
A mí, Chocky me trae recuerdos de mi infancia, pues recuerdo haber visto las series en cuestión y ahora que me he leído la novela original de Wyndham, he podido rememorar parte del encanto de aquellos años perdidos.

En 2008, Steven Spielberg adquirió los derechos para hacer una película, así que tal vez pronto veamos a Chocky en la gran pantalla.

23 octubre 2012

Atlántida / Javier Negrete


Atlántida
Javier Negrete
Atlántida (2010)
Ed. Booket
Págs.: 608
2012


Atlántida es de esos libros de ciencia ficción que bien podrían haber sido escritos por un famoso americano autor de best-sellers, si bien es cierto que se les nota el tono castizo. No por ello dejan de tener más o menos interés.

Atlántida nos cuenta la historia de un futuro más o menos cercano en que la actividad volcánica de la Tierra se desata con furia en un lapso de tiempo muy breve y en el que la vida de los seres humanos sobre la faz del planeta parece amenazada de manera trágica. En medio de todo ello, unos personajes bastante diversos y de orígenes muy diversos tratan por todos los medios impedir la catástrofe… o acelerarla.

La novela, que se lee muy bien, no es ni demasiado densa ni demasiado ligera. Está en su punto, diría yo. Eso sí, las influencias y las filias del autor se ven claramente: la inmortalidad, la Grecia arcaica y clásica, Dune, El Señor de los Anillos, Star Wars o la teoría Gaia. Muchas son las referencias a estos temas a lo largo de toda la novela.

Y eso que en otro autor podría haber quedado como un refrito indigesto, Negrete lo combina bastante bien y lo hace creíble, a pesar de que es cierto que algún detallito chirría un poco. Por ejemplo, la cita al Emperador de Todas las Cosas de Norman Spinrad no es óbice para perdonar que alguno de los protagonistas se comporte como tal.

La novela trata temas tan en boga en el mundo científico como los supervolcanes, la teoría Gaia o la búsqueda genética de la longevidad. Pero también aparecen otros temas que rozan la superchería, como la telepatía o las regresiones.

En fin, que se trata de una novela interesante, con abundantes pasajes narrativos que no se hacen nada pesados, con una cierta intriga, bien dosificada y con un final cerrado, aunque lo suficientemente elástico como para permitir una continuación si el autor decide retomar el tema algún día.

Por otro lado, el tratamiento que se le da a la Atlántida, sin dejar de ser altamente fantástico, no deja de ser más creíble que muchas tonterías sin sentido que se han escrito últimamente sobre el mítico continente perdido.

Posiblemente si Negrete fuese americano y escribiese en inglés, la novela habría llegado mucho más lejos en los rankings de ventas.

22 octubre 2012

Correlaciones: Concentrando la luz


Cada vez hay más quejas del uso que algunos desaprensivos están haciendo de los punteros láser. Por ejemplo, se quejan los pilotos de los aviones que dicen que están hartos de tener que soportar a imbéciles que se dedican a apuntar a la cabina de vuelo desde el exterior cuando están aterrizando, con el pertinente riesgo a provocar un accidente.

Por desgracia, esto de los punteros láser se ha convertido en un triste clásico. Es normalísimo utilizarlos para molestar cuando estamos viendo una película en el cine o, peor, apuntando a los ojos de árbitros y jugadores en un torneo de fútbol, básquet o del deporte que sea.

A pesar de las advertencias que incorporan los propios punteros láser de no apuntar a los ojos porque pueden producir lesiones retinales e incluso la ceguera, vemos como cada vez su uso está más extendido. Es más, se ha pasado de los clásicos punteros de led rojo a los punteros de led verde, utilizados en astronomía, mucho más energéticos y penetrantes, es decir, mucho más peligrosos.

Esto me recuerda a un par de relatos de ciencia ficción que tienen una cierta relación con el tema de concentrar luz en un punto. Uno de ellos es un relato clásico de Arthur C. Clarke contenido en la antología, Relatos de diez mundos: “Un ligero caso de insolación” (A Slight Case of Sunstroke, 1958), en el que los hinchas de un equipo de fútbol deciden cargarse al árbitro de una manera verdaderamente original.

Otro caso parecido lo encontramos en la novela corta de Frederik Pohl “Cual plaga de langosta” (Like Unto the Locust, 1979), en que se utiliza una curiosa tecnología para concentrar los rayos y aprovechar la energía solar mediante un sistema biológico.

Aunque claro, el caso más espectacular y más cinematográfico lo encontramos en los disparos que profiere la Estrella de la Muerte de la mítica serie Star Wars. ¡Eso sí que es un puntero láser y lo demás son mandangas!