Buscando desesperadamente el 42
En La guía del
autoestopista galáctico (“The Hitchhiker's Guide to the
Galaxy”, 1979), Douglas Adams nos cuenta de la existencia de una
civilización que construye un computador gigantesco llamado
Pensamiento profundo a fin de averiguar cuál es el sentido
de todo y que este, tras computar largo tiempo, les devuelve la enigmática
respuesta de: “42”.
Pero es que “42” es un
número ciertamente interesante. En 1954, en la Universidad Cambridge se planteó
la ecuación diofántica: x^3 + y^3 + z^3 = k, donde k era cualquier número
entero entre 1 y 100 y x, y, z podían valer cualquier valor entero. Desde entonces,
se ha encontrado solución (o se ha demostrado que no existía) para todos los
casos de k, excepto para k=42.
Ahora, el encanto se ha
roto. Dos matemáticos de la Universidad de Bristol y del MIT, han empleado una
red global de medio millón de computadoras para tratar de resolver el problema…
y lo han conseguido. Concretamente, han encontrado que la solución para la
ecuación diofántica es: x = -80538738812075974, y = 80435758145817515, z =
12602123297335631 y empleó más de un millón de horas de cálculo. ¡Ahí es nada!
Por supuesto, si lo que
los señores de Google afirman es cierto, que han utilizado un computador
cuántico para hacer cálculos monstruosos, el problema podría resolverse en
mucho menos tiempo. La computación cuántica resolverá muchos problemas… y
generará otros, como el tener que cambiar con una cierta urgencia el sistema de
criptología actualmente utilizado basado en factorización de números primos,
que mediante el algoritmo de Shor y un computador cuántico podrían quedar
reducidos a un juego de niños.
Finalmente, permitidme
citar uno de los mejores relatos de Isaac Asimov: “La última pregunta”
(“The Last Question”, 1956), en la que es necesario
construir un ordenador del tamaño de todo el Universo para resolver la
cuestión: ¿cómo se puede invertir la entropía?
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