15 noviembre 2007

Los tres pilares del futuro

Ben Bova, editor y escritor norteamericano de ciencia ficción, comenta en una entrevista que los grandes avances del futuro cercano serán el acceso a los recursos materiales y energéticos del Sistema solar, la fusión termonuclear y el uso de biotecnologías para aumentar la esperanza de vida entre los humanos.

Como síntesis no está nada mal. Ciertamente, el siglo XXI será el siglo de las biotecnologías, no sólo en lo concerniente a cultivos y animales transgénicos, sino en ingeniería genética para curar enfermedades, alargar la vida, mejorar la calidad de vida y en la obtención de múltiples productos de uso doméstico e industrial. No en vano es una de las tecnociencias más jóvenes de las que existen hoy día.

En lo relativo a la energía de fusión, es sin duda el santo Grial del siglo XXI. Las perspectivas funestas que auguran los modelos climáticos no dejan lugar a dudas: el clima está cambiando y lo está haciendo por culpa del hombre. Pero no podemos colapsar nuestro sistema económico de la noche a la mañana, porque significaría el fin de la civilización. De alguna manera, hay que ir sustituyendo las energías derivadas de los combustibles fósiles por otras formas de energía.

Se habla mucho de la economía del hidrógeno como varita mágica para todo, pero en principio el hidrógeno es sólo una nueva manera de transportar energía, no la fuente en sí. ¿De dónde sacaremos, pues la energía? Hoy día, si renunciamos a los combustibles fósiles, sólo tenemos tres opciones rentables: la biomasa o biocombustibles, las energías alternativas y la energía nuclear.

Los biocombustibles son una solución provisional que tampoco es muy deseable en lo que a cambio climático se refiere, pues implica aumentar la superficie terrestre cultivada, lo que agravará el problema, aunque no se emitan cantidades netas de dióxido carbónico a la atmósfera.

Las energías alternativas son muy interesantes, pero por desgracia él estado actual de la tecnología no permite su aprovechamiento en la medida deseada. La tecnología de energíaa solares no es suficientemente avanzada todavía y los aerogeneradores son muy dependientes del cambio climático, ya que éste puede alterar el régimen de brisas y convertir un territorio ventoso en uno calmo.

Finalmente, la vieja y temida energía nuclear parece ser la única que ofrece garantías inmediatas y realistas para combatir a los gases de efecto invernadero, pero no podemos olvidar que genera residuos nucleares, problema aún no solucionado, y tiene ciertos riesgos: en la memoria de todos está el accidente nuclear de Chernobyl.

Así pues, la posibilidad de obtener una fuente de energía rentable, barata, limpia y segura como sería la fusión termonuclear es la panacea y es normal que se viertan muchas esperanzas en ella. Por desgracia, la necesidad no se corresponde con la poca cantidad de dinero que se ha invertido en el desarrollo de esta tecnología. Así pues, su utilización a gran escala se encuentra muy lejos todavía en el tiempo, posiblemente a décadas.

El tercer asunto que anunciaba Bova puede sonar más a ciencia ficción –el uso económico del espacio- aunque la cosa puede que esté más cerca de lo que nos pueda parecer. Es evidente que no vamos a ver minería en los asteroides en los próximos años, ni obtención de grandes cantidades de energía solar mediante centrales solares espaciales, pero sí que podemos empezar a beneficiarnos un poco de los usos espaciales.

Concretamente, el desarrollo de ciertos productos químicos, farmacológicos o industriales es mucho más sencilla y eficaz en condiciones de ingravidez o de vacío, por lo que la industrialización del espacio puede que esté más cerca de lo que nos pensamos.

Una posible solución de compromiso puede ser la Luna, que dispone de grandes cantidades de materiales, baja gravedad, ausencia de atmósfera y la posibilidad de obtención de energía barata mediante placas solares de manera mucho más eficaz que en la Tierra.

Así pues, el futuro a medio plazo que sintetiza Bova, creo que es bastante acertado. Claro que nunca se sabe qué puede pasar mañana. Puede aparecer una nueva tecnología revolucionaria, o puede que nos autodestruyamos en una espiral absurda de caos y violencia. El futuro suele ser bastante imprevisible.