27 agosto 2008

Glosolalia

Uno de los temas que he visto poco reflejado en la literatura de ciencia ficción futurista es el de la evolución natural del lenguaje. Éste, como todas las entidades "vivas" de nuestro planeta, se va modificando con mayor o menor presteza en función de fenómenos muchas veces difíciles de determinar.

No obstante, sí que es posible hacer una cuantificación estadística del proceso de cambio que puede esperarse de ciertos elementos de un lenguaje. Así, los matemáticos de la Universidad de Harvard, Erez Lieberman, Jean-Baptiste Michel y sus colegas han utilizado un modelo matemático basado en seis reglas para predecir ciertos aspectos evolutivos de la lengua inglesa.

Concretamente, han fijado su atención sobre el pasado de los verbos irregulares. Existe una cierta tendencia normalizadora en éstos, de manera que aquellos verbos que no forman el pasado añadiendo el sufijo -ed se ven sometidos a una influencia unificadora que, con el paso del tiempo, acabará "regularizándolos".

En particular, han determinado que dichos verbos se regularizan a un ritmo inversamente proporcional a la raíz cuadrada de su frecuencia de uso. Es decir, que un verbo A que se emplea 100 veces menos que otro B, evolucionará 10 veces más deprisa que el verbo B.

Así, verbos tan utilizados como "be" (ser, estar) o "think" (pensar, creer) tienen longevidades esperadas de 38.800 años y 14.400 años respectivamente. Es decir, que seguirán siendo irregulares durante milenios. En cambio, otros como "shrive" (confesar) o "smite" (golpear), se regularizarán en cuestión de pocos siglos.

En mi opinión, estos cambios son demasiado lentos. Es evidente que las lenguas evolucionan mucho más deprisa. Incluso hoy día, que mediante el sistema educativo y los medios de comunicación de masas es posible fijar mucho más la lengua a un estándar, también es posible transmitir nuevas modas y evoluciones gracias al sistema.

Robert Silverberg en Las máscaras del tiempo insinuaba que las lenguas habían evolucionado enormemente en el futuro. Otros, como Asimov, apuntaban a un predominio del inglés, que también habría evolucionado, aunque relativamente poco. Y otros, como los chicos de Star Trek no tienen estos problemas gracias al traductor universal: Kaj paj, kaj pej. No se descubre a Shakespeare hasta que se lee en el klingon original...