15 septiembre 2006

Las drogas en la ciencia ficción

Pues no, no voy a hablar de Philip K. Dick. La temática de este artículo son las drogas en la ciencia ficción, pero las de un determinado tipo. En la mayor parte de relatos, las drogas tienen una finalidad escapista o de exploración de estados alterados de la conciencia (Los tres estigmas de Palmer Eldricht de Philip K. Dick, Congreso de futurología, de Stanlislaw Lem, etc.).

Pero a mí me interesa hablar de otro tipo de drogas: las legales. Sí, esas que hoy en día están bastante mal vistas pero que tienen un uso social intensivo: las drogas de la civilización occidental.

Existen algunas tesis que afirman que toda sociedad tiene sus drogas. Así, podríamos hablar del peyote o de la ayahuasca (y otras muchas) en Sudamérica; los chamanes han utilizado muchas sustancias, entre ellas la Amanita muscaria y en Europa, hasta tiempos relativamente recientes, no era extraño el uso de plantas alucinógenas como el estramonio, la belladona y similares.

¿Cuáles son las drogas de occidente? Básicamente son tres y por todos conocidas: el alcohol, la nicotina y la cafeína. Todas ellas son drogas muy extendidas socialmente, aunque desde siempre han tenido un uso muy fuerte entre las clases proletarias, reservándose las clases más aristocráticas otro tipo de sustancias, sin desdeñar éstas.

Son drogas para los trabajadores, para rendir más, para producir más. El alcohol permite ahogar las penas o calentar el estómago en entornos fríos (aunque fisiológicamente no es lo más indicado).

La nicotina del tabaco es un estimulante de primera magnitud, consumido por un porcentaje muy grande de la población, aunque actualmente está siendo perseguido socialmente por los efectos secundarios (cardiopatías, cánceres, etc) que produce.

Finalmente, la cafeína, en forma de té, café o chocolate, consumido también en grandes cantidades y con una finalidad similar a la nicotina, aunque con efectos menos nocivos sobre el organismo.

Éstas son las tres drogas que han hecho posible que Occidente sea tan efectivo, por expresarlo suavemente y que nos han llevado a una cierta adicción al trabajo. Es cierto que no son exclusivas de Occidente. El tabaco y el café son originarios de Sudamérica y el uso del alcohol estaba ampliamente difundido desde la antigüedad en multitud de civilizaciones.

¿Y qué tiene que ver esto con la ciencia ficción? Bueno, como decía al principio, no me interesa tanto el uso de drogas psicodélicas en la literatura, como su uso "legal". Tenemos un ejemplo impresionante en Dune de Frank Herbert.

Es cierto que en Dune la droga melange es utilizada con fines psicoactivos y hasta místicos, pero también tiene usos tecnológicos fundamentales. Por un lado, permite a los navegantes, unos mutantes humanos, guiar gigantescas naves a través del hiperespacio, haciendo factible el vuelo interestelar.

Por otro, la especia melange es una sustancia geriátrica, que permite alargar la vida de las personas de manera notable, amén de los posibles usos litúrgicos y adivinatorios dados por las Bene Gesserit.

Tan importante es la melange, que todo el comercio del imperio pasa por ella y más teniendo en cuenta que su fuente de producción es única (sólo se produce en un planeta: Arrakis o Dune) y su desaparición será catastrófica, suponiendo el fin de la civilización tal como se la conoce.

La verdad es que esta situación de monopolio y de dependencia de una sustancia no nos es desconocida. Herbert se inspiró en el petróleo que, de hecho, es la reina de las drogas de occidente: somos adictos a ella de una manera inimaginable. Todo el comercio depende del petróleo y nuestra civilización tecnológica se sustenta en él.

El simple hecho de que no lo sorbamos no significa que no sea una especie de droga para todos nosotros. Basta mirar el mapa de conflictos en el mundo para saber dónde hay petróleo y dónde no, en especial ahora que empieza a agotarse el petróleo barato y se inicia una etapa que no sabemos muy bien cómo acabará.

Esta visión economicista del mundo, reflejada en Dune es, a mi entender, uno de los aspectos más interesantes de la novela, por encima de los misticismos y los ecologismos que también traspúan en ella.