12 febrero 2007

El aleteo de la mariposa

Me estoy leyendo un libro titulado Caos para todos de Ziauddin Sardar y Iwona Abrams. Se trata de un librito divulgativo sobre temas como el caos, los fractales y la complejidad, con un formato cercano al cómic y en un lenguaje asequible a la mayoría de los públicos. La verdad sea dicha es que devoro todo lo que cae en mis manos relacionado con estos temas.

El libro comenta, hablando del efecto mariposa, el famoso y magnífico relato de Ray Bradbury “El sonido de un trueno” (“A Sound of Thunder”, 1952) en el que durante un viaje a la prehistoria, un viajero del tiempo mata accidentalmente una mariposa, lo que desencadena toda una serie de cambios sutiles que afectan al presente político de los Estados Unidos y del mundo.

Ésta fue, tal vez, la primera vez que se trató el efecto mariposa utilizando una mariposa como icono, aunque en 1952, la teoría del caos y el “efecto mariposa” como tales, aún no se conocían. Al menos, no por este nombre y no con la importancia que ha adquirido esta teoría científica en el corpus central de la ciencia contemporánea. Se trata de un relato premonitorio.

En un argumento similar se han basado muchas películas de cine o series de televisión a la hora de explotar el filón de los cambios en el tiempo, desde la relativamente reciente Timecop, hasta episodios clásicos de Star Trek, en que una pacifista (interpretada por una joven Joan Collins) convence al presidente americano Franklin Delano Roosevelt de que no entre en guerra contra los nazis, lo que desencadena toda una serie de cambios en la línea temporal.

Pero no quería hablar de cronoseísmos ni de viajes en el tiempo, sino del efecto mariposa. Un reciente relato de Greg Egan, “Órbitas inestables en el espaciotiempo de las mentiras” (“Unstable Orbits in the Space of Lies”, 1992), contenido en la recopilación Axiomático, trata sobre una aplicación pintoresca de las cuencas de los atractores extraños, unos objetos ligados a la teoría del caos y al efecto mariposa.

También en Parque Jurásico de Michael Crichton se habla de esta teoría, en boca de uno de los protagonistas, el matemático Malcolm.

Aún así, el caos no es uno de los argumentos más usuales en la ciencia ficción y la verdad es que es una pena, porque da juego a realmente una cantidad y variedad enorme de enfoques y situaciones. Esperemos que los actuales escritores del género sepan aprovecharlo.

Más suerte han corrido los primos del caos: los fractales. No sólo se ha hablado y especulado bastante acerca de ellos, sino que han sido utilizados en el cine para le generación de múltiples paisajes y texturas realistas de cielos, montañas, planetas, costas, vegetación…

Supongo que los fractales, al poder ser representados gráficamente con facilidad y tener muchos de ellos un gran atractivo visual, se han popularizado más que una abstrusa teoría matemática como es la teoría del caos. Es más, se ha tendido a ver caos por todas partes y a confundirlo con cualquier tipo de fenómeno aleatorio, sea éste o no caótico, cuando en realidad el caos es algo mucho más concreto.