Correlaciones: La vieja Europa
Dentro del subgénero de
catástrofes, en la ciencia ficción a menudo se especula sobre qué pasaría si en
una zona densamente poblada, como en la mayor parte de Europa, se produjese un
evento natural catastrófico.
Habitualmente se piensa en
el impacto de un meteorito, en un gran terremoto o incluso un accidente no
natural (una explosión atómica), pero ahora parece que tenemos que preocuparnos
-un poquito- por una posible erupción volcánica en el corazón de la Vieja
Europa.
Al parecer, cerca de la
región alemana de Eifel, cerca del Benelux, en la zona subcortical, se ha
detectado una cierta actividad prevolcánica. De momento no es nada serio y
podría ser que no pasase nada especial durante siglos o milenios. Pero la
posibilidad existe. Y la cosa tiene su miga, porque se trata de una región
bastante poblada.
De hecho, en la
superficie, se encuentran los “maars”, unos lagos circulares de origen
volcánico, originados algunos de ellos hace tan “solo” 13.000 años, por
erupciones volcánicas bastante virulentas, del orden de la del Pinatubo
(Filipinas, 1991).
De meteoritos ya hemos
hablado otras veces. En Tunguska hubo un evento de este tipo (meteorito,
cometa, lo-que-sea, los científicos no lo tienen claro) a principios del siglo
XX, y recientemente (2013) en la región rusa de Cheliábinsk, al sur de los Urales,
por suerte poco habitada, hubo un impacto meteórico que causó múltiples daños y
cuya caída fue filmada por diversas cámaras.
En el libro
Atlántida (2010), de Javier Negrete, se nos alertaba sobre
la erupción de una serie de supervolcanes en diversas partes del globo, con las
terribles consecuencias personales, sociales y económicas que ello podría comportar.
Tal vez en un futuro
próximo, Europa se vea sacudida por algún fenómeno natural catastrófico. No
estamos en absoluto exentos de ello. Sería bueno tener planes de contingencia
por si sucede y que no nos pase como con la pandemia, que nos coja a todos
desprevenidos.
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