25 septiembre 2008

Telepantallas orwellianas

Uno de los inventos más estremecedores de 1984, de George Orwell, era la telepantalla, una especie de televisión sensible bidireccional que permitía controlar a los ciudadanos al tiempo que aleccionarlos mediante la propaganda del sistema. Por desgracia, el siglo XX y los principios del siglo XXI no están siendo tan diferentes del 1984 orwelliano como a algunos nos gustaría.

Las agencias de seguridad de los Estados Unidos pretenden desarrollar una especie de monitor dotado con sensores que permitiría detectar automáticamente personas con inteciones hostiles, mediante patrones de respiración, temperatura corporal, frecuencia del pulso y otras biomedidas. El sistema se instalaría en lugares estratégicos, como en metros, aeropuertos, instalaciones sensibles, etc. y debería ayudar a prevenir atentados terroristas.

La medida en sí misma es buena, pero todos sabemos qué pasa con estas cosas: que las carga el diablo. Una tecnología utilizada para detectar a terroristas, también serviría para controlar otras cosas. Al final, el debate que siempre se acaba planteando es el mismo: ¿hasta qué punto estamos dispuestos a renunciar a nuestra intimidad y a nuestros derechos civiles para garantizar la seguridad?

Y no menos importante que lo anterior: Quos custodiet custodios?, o sea, ¿quién vigila a los vigilantes? ¿Quién nos garantiza que los datos obtenidos no serán utilizados en nuestro detrimento en alguna ocasión por algún funcionario sin escrúpulos o por el propio Estado?

No sólo es el debate seguridad versus libertad, sino también el debate individuo versus estado, que tanto ha marcado el siglo XX, con los grandes totalitarismos y del que parece que hemos aprendido más bien poco. Porque si algo puede hacerse, se acaba haciendo.

Era posible fabricar un arma atómica con la fisión del átomo y tenemos a Hiroshima y Nagasaki para corroborarlo. Era posible utilizar los satélites y los supercomputadores para espiar las comunicaciones privadas y ahí tenemos la red Echelon. Era posible utilizar la informática para gestionar bases de datos sensibles de ciudadanos y se ha hecho.

Es verdad que también tenemos usos pacíficos de la energía nuclear, como las centrales de energía o la radioterapia, usos pacíficos y más o menos libres de las redes globales como internet y leyes protectoras de la intimidad y de los datos de carácter personal. Pero también sabemos que hecha la ley, hecha la trampa.

Volviendo al sistema de detección de sospechosos, me pregunto qué sucederá el día que el sistema detecte a un presunto terrorista, lo abatan a la balazos y luego se compruebe que el pobre hombre sólo estaba nervioso porque le asustaba volar. De excusas las habrá a patadas, pero que se lo expliquen al pobre tipo.