06 julio 2024

La importancia del canon

Está habiendo bastante polémica, últimamente, sobre la conveniencia o no de respetar el canon prestablecido en ciertas sagas, especialmente en la gran y en la pequeña pantalla. Sagas de fantasía y de ciencia ficción, como Star Wars (SW) o el Señor de los Anillos (ESDLA).

 

Ya no hablo de mantener la pureza de los libros, cuando las sagas están basadas en libros, como es el caso de ESDLA, sino, directamente, de mantener una mínima coherencia entre las propias sagas cinematográficas.

 

Veámoslo sobre algunos ejemplos:

 

Dune (Frank Herbert): está claro que las tres versiones fílmicas realizadas hasta la fecha, la película original de Lynch, la serie y la actual versión de Villeneuve, son bastante diferentes y todas interpretan los libros a su manera. Pero tal vez el universo de Dune, salvo algunos detalles concretos, sea el que mejor se ha adaptado al canon original, a pesar de la complejidad de llevar a la pantalla libros tan densos y ricos como los que escribió Herbert.

 

Las Fundaciones (Isaac Asimov): Aquí, claramente, se les ha ido la olla. Han querido actualizar las Fundaciones pero se han pasado de vueltas. Una de las manías, que no acabo de entender, es feminizar personajes que son poco feminizables, como Eto Demerzel. Pero al menos la trama y la idea básica creo que se ha mantenido, aunque con muchos cambios, que no tengo muy claro que el Buen Doctor hubiese aprobado.

 

Star Trek: las nuevas series han reescrito parcialmente la historia, como todo el tema de la Discovery, una nave con un motor de esporas capaz de saltar instantáneamente a cualquier lugar de la galaxia, cosa inaudita en la saga; la aparición súbita de unas malvadas inteligencias artificiales; dos finales distintos para los Borgs en la misma serie (Picard) o el reversionado fisiológico de los klingon, que da un poco de risa. Almenos, los cambios gordos del canon han sido vendidos como un reboot de un universo alternativo, lo cual sirve para explorar nuevas aventuras e historias sin romper con el canon narrativo.

 

Star Wars: aquí me temo que las cosas han ido de mal en peor. Primero fueron los midiclorianos como explicación de la naturaleza de la fuerza y luego las diferentes incoherencias que se han ido introduciendo con las nuevas series, especialmente con la última, la del Acólito.

 

El Señor de los Anillos. Con la nueva serie, han acabado mezclando edades enteras que estaban bien separadas para poder explotar los personajes ya conocidos en un universo, en principio, más antiguo. El resultado, según mi opinión, es bueno, pero la coherencia argumental se ha ido a tomar por viento. Vaya, que tal vez el fin justifica los medios, pero quizás no hacía falta cargarse tantas cosas en el proceso.

 

Me detengo aquí, aunque podría seguir. Pasa un poco como con esas versiones modernas que a veces se hacen de las óperas. Ya sabéis, una Norma con soldados nazis en vez de romanos o una Traviatta en unos urinarios públicos. Me parece muy bien el experimentalismo, pero que hagan sus propias óperas y dejen en paz a los clásicos, si no tienen intención de conservar su esencia. Al menos, que les cambien el título. Ah, pero no, que lo que vende es el título. Eso sí que se respeta.

 

Pues con el canon pasa lo mismo. No es tan difícil de mantener una mínima coherencia entre las diferentes historias, especialmente si están separadas con bastantes años. Star Trek lo ha conseguido bastante bien y mira que hay saltos y giros bien retorcidos en sus argumentos. Así que no debe ser tan difícil, que para eso cobran los guionistas.

 

El problema no es tanto si se puede como si se quiere. Ahora tenemos que introducir, ni que sea con calzador, personajes femeninos, gays, no binarios, gordos, viejos, racializados (qué nombre más idiota para no caucásico) y un largo etcétera de minorías o de grupos tradicionalmente maltratados. Solo nos faltan personajes zurdos, intolerantes a la lactosa o asmáticos para tener el elenco cubierto. Bueno, de hecho, el general Grievous de SW ya era bastante asmático. En fin.

 

Tampoco hace falta mantener la coherencia argumental ad nauseam, pero un pequeño esfuerzo para no acabar haciendo el ridículo estaría bien, ¿no?