05 noviembre 2006

Danza de tinieblas / Eduardo Vaquerizo

Danza de tinieblas es una de las mejores novelas españolas del género fantástico que he leído últimamente. Como tengo una cierta neura clasificadora, la pondría en el apartado de ucronías fantásticas, ya que tiene más de fantasía que de ciencia ficción, aunque los elementos están mezclados casi a partes iguales.

Danza de tinieblas nos presenta un Madrid ucrónico, capital del Imperio español que, gracias a que los judíos no fueron expulsados de España y al reinado de Juan de Austria tras la muerte accidental de Felipe II en una cacería, sigue ocupando la preeminencia mundial.

Incluso, para que se note que las cosas son bien diferentes, la Reforma de la Iglesia ha tenido lugar en España y Roma es la enemiga. Eso sí, sigue existiendo la Santa Inquisición, que es un cuerpo paramilitar de lo más expeditivo.

En este contexto, un fornido oficial recibe el encargo de ayudar a un inquisidor en una investigación que se irá complicando cada vez más, con importantes y ocultas ramificaciones en las altas esferas del Estado.

La novela tiene varias cosas remarcables. Primero, nos cuenta una compleja historia de manera bastante creíble y sin que parezca que es compleja. En segundo lugar, crea un marco histórico-geográfico extraordinariamente lúcido, detalladísimo, de lo más creíble, a pesar de que una cierta pátina onírica tiñe los escenarios en que se desarrollan los acontecimientos.

Así, en este Madrid tan diferente al de hoy día, se mezclan barrios marginales, juderías y grandes edificios minitseriales, con bares de mala muerte, la Cábala, el Golem y la brujería.

La capacidad de Vaquerizo por crear ambientes decadentes y aun así atractivos, casi hipnóticos, es sorprendente. Asimismo, los personajes son fascinantes, aunque para mi gusto, a los principales les falta una pizca de credibilidad. El bueno es demasiado bueno, demasiado honesto, demasiado desamparado, aunque esto no es una crítica, más bien es una descripción.

El resultado general es muy bueno, aunque el final lo encontré excesivamente fantástico para mi gusto. Con ello quiero decir que lo encontré poco creíble. La tecnología necesaria para el deus ex machina que se nos plantea, está más allá de la de ese Madrid que se nos describe y por ello hay que recurrir a la magia, solución que me parece un tanto manida.

Por lo demás, es una novela que se lee con bastante fluidez, con un lenguaje rico y agradable y con unas ambientaciones inolvidables. Sólo destacar que acaba de recibir el premio Ignotus a la mejor novela española. Creo que se lo merecía. ¡Enhorabuena!