29 septiembre 2006

Pastiches y plagios

¿Qué diferencia un pastiche de un plagio en lo literario? ¿Y qué diferencia un pastiche de una obra original?

Estas cuestiones siempre son difíciles y peliagudas de abordar. Primero, porque no existen definiciones comunmente aceptadas por todo el mundo a la hora de tratar estos temas. Y por el otro, porque el ego del escritor suele ser bastante sensible y a nadie le gusta que califiquen su obra de pastiche , ya que implica unas ciertas connotaciones negativas.

¿Existen obras originales? Supongo que apenas. Como reza la Biblia en Eclesiastés, "No hay nada nuevo bajo el sol". También hemos oído muchas veces que los griegos ya lo inventaron todo y aunque considero excesiva dicha afirmación, su parte de razón tiene.

En lo que respecta al mundo de la literatura fantástica, tal vez estemos repitiendo historias y esquemas desde La Ilíada y La Odisea o incluso desde Gilgamesh. Algunos escritores, como Robert Silverberg defienden esta tesis.

Lo cierto es que la literatura fantástica es rica en ideas y problemáticas originales. Posiblemente por ello me guste tanto y sea tan atractiva para un cierto tipo de mentalidades que buscan la innovación, la especulación o, simplemente, la sorpresa.

Pero también es cierto que se han escrito muchísimas obras desde Frankestein, novela gótica precursora de la ciencia ficción moderna y que ya casi todo ha sido imaginado, tanto en lo tecnológico como en lo psicológico; tanto en el tratamiento de los personajes, como en la exposición de las ideas y en el uso del lenguaje y de las tramas.

Así que es normal que muchas obras sean pastiches, es decir, que se nutran de ideas originales expuestas con anterioridad o incluso de otros pastiches. Ello no quiere decir que la obra en cuestión sea mala. Uno de los pastiches más monumentales de toda la historia de la literatura fantástica, es algo tan espectacular como El Señor de los Anillos, de J.R.R. Tolkien.

La obra de Tolkien está basada, sobre todo, en las múltiples mitologías europeas, en la historia de Inglaterra, en la Biblia y en diversos poemas épicos. Es, pues, un pastiche. ¿Pero alguien le niega el mérito? Es un maravilloso pastiche que se convierte en algo original y que ha sido copiado hasta la saciedad.

En ciencia ficción también tenemos ejemplos. Un clásico es Dune, basado en múltiples historias (el Maadi, Lawrence de Arabia, los Átridas...), culturas (la musulmana, la budista, la judía), lenguas y mitologías. Sin embargo, nadie niega su originalidad y también ha sido copiado desde su aparición, aunque con irregular éxito.

Un caso más reciente es Ilión y Olympo de Dan Simmons o, de hace más tiempo, Salomas del espacio de R. A. Lafferty, en conmemoración de los hechos narrados en La Ilíada y La Odisea. También Robert Silverberg ha hecho su particular versionado de los mitos antiguos en Gilgamesh, el rey.

¿Qué diferencia un pastiche de un plagio? A mi modo de ver, cualquier reelaboración de una idea es válida. Yo creo que un plagio sólo puede considerarse en casos muy concretos, en que exista una copia descarada de una obra en argumento, personajes y contenidos, llegando incluso a transcribirse literalmente algunos o muchos pasajes de texto.

Desde luego que no pretendo que esta definición aproximada coincida con la realidad. Supongo que cada cual tiene su concepto de plagio. Pero hoy día resulta cada vez más difícil no inspirarse en otras obras. Los escritores no son tamquam tabula rasa in qua nihil est depictum, no son islas y es natural que existan similitudes.

También hay un caso especial que es más discutible: los homenajes de un determinado escritor a otro. Sin que puedan considerarse estrictamente plagio, son más discutibles, ya que el grado de originalidad suele ser bajo y la copia es bastante descarada. No obstante, tampoco son rechazables de plano, pues algunos homenajes pueden llegar a superar el original.

Como rezaba un cartel en una parada de libros en yiddish: "Shakespeare, traducido y mejorado". Pues eso.

1 Comments:

At 10:38 p. m., Blogger Iván Fernández Balbuena said...

Creo que fue Nietzsche el que dijo "Viajamos a hombros de gigantes". Pues eso.

 

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