IA, vete a casa
Isaac Asimov introdujo en
la ciencia ficción la idea de una inteligencia artificial, en forma de robots,
que estuviese al servicio del hombre y que no supusiese su lucha contra el
género humano. Y lo hizo, al menos, de dos maneras diferentes: por un lado, con
sus robots dotados de las famosas 3 leyes de las robótica, cuya ley suprema
establece que “un robot no podrá dañar a un ser humano ni permitir que
un ser humano resulte dañado”.
Pero también lo hizo con
sus relatos de Multivac, una especie de superordenador
planetario cuya función era la de gobernar de manera equitativa y bonachona a
los seres humanos, a fin de administrar los recursos planetarios y permitir una
correcta gestión por el bien de toda la Humanidad.
Con el paso de los años,
el Buen Doctor, aceptó que esta idea en principio “bonista” de unos seres que
se preocupaban hasta lo indecible por el bienestar de los seres humanos, acabaría
estancando las sociedades humanas, ya que el hombre, al no asumir plenamente su
futuro, terminaría desentendiéndose de él y caería en una especie de
decadencia.
Así, las sociedades de los
Mundos Espaciales, con economías basadas en los robots, eran sociedades
opulentas y longevas, pero intelectualmente muertas y socialmente decadentes.
Este era el principal problema que veía Asimov en el uso de las inteligencias
artificiales de manera intensiva.
Podemos ver este efecto
“ángel de la guarda” muy bien en una obra de Jack Williamson: Los
humanoides (The Humanoids, 1949), donde la
excesiva protección de los seres humanos acaba convirtiéndose en una auténtica
pesadilla.
Curiosamente, la ciencia
ficción actual, parece que va con un siglo de retraso sobre las ideas del Buen
Doctor y nos retrotrae a los malvados robots u ordenadores que, al adquirir
conciencia, se dedican a exterminar al género humano.
Podemos ver este patrón
repetitivo en almenos 3 series o películas de ciencia ficción muy conocidas: la
serie de películas Terminator, la serie Los
100 y la serie Galáctica. Estrella de Combate.
En las tres, las
inteligencias artificiales llegan a la conclusión de que la Humanidad es un
peligro y provocan una guerra nuclear para exterminarla. Al menos, podían haber
escogido un sistema diferente.
Por si fuera poco, en la
actual serie Star Trek: Picard nos encontramos con algo parecido:
las inteligencias artificiales creadas por el hombre (aquí llamadas
sintéticos), basados -por cierto- en los robots positrónicos
de Isaac Asimov, como el comandante Data, se sienten amenazadas por la
Humanidad, que las ha proscrito después de un turbio incidente en Marte y la
cosa amenaza con descontrolarse.
Por cierto, que hablando
de Star Trek, en la segunda temporada de la serie
Discovery, también se produce una batalla contra una malvada
IA. Parece que han decidido explotar el filón.
La historia se va
repitiendo una y otra vez. Parece que predomina el cortoplacismo que implica
que las inteligencias artificiales se enfrentarían contra nosotros, sus
creadores, antes que llegar a un acuerdo o una simbiosis. Tal vez, ni una cosa
ni otra. Tal vez acabasen trascendiéndonos e ignorándonos, como nosotros
ignoramos a una hormiga. ¡Quién sabe!
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