08 mayo 2020

IA, vete a casa


Isaac Asimov introdujo en la ciencia ficción la idea de una inteligencia artificial, en forma de robots, que estuviese al servicio del hombre y que no supusiese su lucha contra el género humano. Y lo hizo, al menos, de dos maneras diferentes: por un lado, con sus robots dotados de las famosas 3 leyes de las robótica, cuya ley suprema establece que “un robot no podrá dañar a un ser humano ni permitir que un ser humano resulte dañado”.

Pero también lo hizo con sus relatos de Multivac, una especie de superordenador planetario cuya función era la de gobernar de manera equitativa y bonachona a los seres humanos, a fin de administrar los recursos planetarios y permitir una correcta gestión por el bien de toda la Humanidad.

Con el paso de los años, el Buen Doctor, aceptó que esta idea en principio “bonista” de unos seres que se preocupaban hasta lo indecible por el bienestar de los seres humanos, acabaría estancando las sociedades humanas, ya que el hombre, al no asumir plenamente su futuro, terminaría desentendiéndose de él y caería en una especie de decadencia.

Así, las sociedades de los Mundos Espaciales, con economías basadas en los robots, eran sociedades opulentas y longevas, pero intelectualmente muertas y socialmente decadentes. Este era el principal problema que veía Asimov en el uso de las inteligencias artificiales de manera intensiva.

Podemos ver este efecto “ángel de la guarda” muy bien en una obra de Jack Williamson: Los humanoides (The Humanoids, 1949), donde la excesiva protección de los seres humanos acaba convirtiéndose en una auténtica pesadilla.

Curiosamente, la ciencia ficción actual, parece que va con un siglo de retraso sobre las ideas del Buen Doctor y nos retrotrae a los malvados robots u ordenadores que, al adquirir conciencia, se dedican a exterminar al género humano.

Podemos ver este patrón repetitivo en almenos 3 series o películas de ciencia ficción muy conocidas: la serie de películas Terminator, la serie Los 100 y la serie Galáctica. Estrella de Combate.

En las tres, las inteligencias artificiales llegan a la conclusión de que la Humanidad es un peligro y provocan una guerra nuclear para exterminarla. Al menos, podían haber escogido un sistema diferente.

Por si fuera poco, en la actual serie Star Trek: Picard nos encontramos con algo parecido: las inteligencias artificiales creadas por el hombre (aquí llamadas sintéticos), basados -por cierto- en los robots positrónicos de Isaac Asimov, como el comandante Data, se sienten amenazadas por la Humanidad, que las ha proscrito después de un turbio incidente en Marte y la cosa amenaza con descontrolarse.

Por cierto, que hablando de Star Trek, en la segunda temporada de la serie Discovery, también se produce una batalla contra una malvada IA. Parece que han decidido explotar el filón.

La historia se va repitiendo una y otra vez. Parece que predomina el cortoplacismo que implica que las inteligencias artificiales se enfrentarían contra nosotros, sus creadores, antes que llegar a un acuerdo o una simbiosis. Tal vez, ni una cosa ni otra. Tal vez acabasen trascendiéndonos e ignorándonos, como nosotros ignoramos a una hormiga. ¡Quién sabe!