31 julio 2007

Nunca llueve a gusto de todos

Eso dice el refrán. Pero parece que los chinos, que en esto de refranes entienden mucho, han decidido saltarse a la torera la sabiduría popular y coger el toro por los cuernos. Parece ser que China es capaz de provocar lluvia artificial en un tercio de su territorio.

El método es el clásico de utilizar cohetes u aviones cargados con yoduro de plata para que las nubes condensen y descarguen la lluvia. Al parecer tienen previsto utilizar esta tecnología durante los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 para garantizar cielos despejados durante la celebración de las competiciones.

¿Os suena a utopía? ¡Pues lo hacen! A mí, particularmente, esto de controlar el clima me parece sencillamente peligroso. De acuerdo, harán llover en un determinado sitio, pero esa lluvia no caerá donde o cuando debería haber caído. Me parece que es jugar a aprendiz de brujo.

La ciencia ficción ha dado por supuesto que en el futuro, el hombre será capaz de controlar el clima. Bueno, más bien, de controlar el tiempo meteorológico. Hasta un cierto punto, eso ya es posible, como demuestran los chinos, pero cuando se empieza a jugar a ser dios…

Hace una década, los rusos hablaban de utilizar grandes reflectores orbitales para alumbrar zonas de Siberia próximas al polo norte –y por tanto, con largos períodos anuales de oscuridad- a fin de obtener más cosechas…

Si ya se producen guerras por el control del agua, no quiero ni imaginarme los conflictos internaciones que se generarían entre los países que decidiesen hacer llover sobre su territorio a placer, privando a los vecinos de agua…

Algunos proyectos de transvases de agua entre grandes cuencas eurosiberianas y chinas de los ríos más caudalosos han producido verdaderas catástrofes ecológicas. ¿No deberían tomarlo como una seria advertencia?

Y, sobre todo, en una época en que vivimos preocupados por el cambio climático global, ¿no sería más prudente dejar de jugar con las variables climatológicas, que ya bastante difícil lo tiene el planeta para no reventar por culpa nuestra?

Además, si queréis puede sonar a exagerado, pero ¿qué pasa si alguien se pone a jugar con el “mando” del tiempo? Me recuerda a un capítulo de Star Trek, en que el paradisíaco y turístico planeta Rhisa tiene que aguantar los delirios de un loco que decide jugar precisamente con el mando del clima. ¡Ahí es nada!