14 octubre 2019

La importancia de los libros


La ciencia ficción nos recuerda frecuentemente la importancia de escribir, leer y almacenar libros y qué les sucede a las civilizaciones que no los aprecian.

Un clásico relato (novela) acerca de ello, es la famosa Fahrenheit 451 (1953, de Ray Bradbury) en la que el mundo se ha convertido en una dictadura y los bomberos, en vez de sofocar incendios, se dedican a quemar libros. Unos pocos resistentes tratan de salvar algunos ejemplares importantes aprendiéndoselos de memoria, convirtiéndose ellos, en cierta manera, en libros.

Otro relato, mucho más reciente, realmente delicioso y que trata este tema es “Acerca de las costumbres de elaboración de libros en deterninadas especies” (”The Bookmaking Habits of Select Species”, 2012) de Ken Liu, contenido en la recopilación El zoo de papel y otros relatos.

En este maravilloso relato, se nos cuentan las diferentes maneras que tienen diversas razas alienígenas de producir y leer libros: desde las que ellas mismas se convierten en libros hasta los que acaban habitando en ellos.

Uno de los casos que más me llaman la atención es la de una raza que graba los libros como si de un disco de vinilo se tratase, por lo que para leerlos, hay que entrar en contacto físico con ellos, cosa que los desgasta. Así, los libros más importantes de su civilización, están guardados celosamente y muy poca gente tiene acceso a ellos.

A cambio, otros se dedican a tratar de reproducir estos libros con sus propias interpretaciones, cosa que introduce pequeñas diferencias que van aumentando tras cada nueva reinterpretación.

El autor, en la introducción de la antología, realiza una desapasionada descripción física del proceso de escritura-lectura que utilizamos los humanos que no deja indiferente a nadie.

Por desgracia, nuestra especie tiene una larga tradición de destrucción de libros o incluso de bibliotecas enteras, como la de Alejandría, por motivos ideológicos o religiosos. Ignorancia, en todo caso.

Me gustaría creer que es una etapa superada, pero mucho me temo que la ignorancia acecha en cualquier oscuro rincón de nuestro mundo, esperando su turno para avivar las llamas en la plaza pública.