Robots asesinos
El presidente de
Microsoft, Brad Smith, ha pedido frenar la proliferación de robots “asesinos”
(con usos militares, dotados de inteligencia artificial) mediante una nueva
Convención de Ginebra.
Se veía venir. Si somos
capaces de hacer algo malo, acabamos haciéndolo. Y si una nueva tecnología
puede tener aplicaciones militares, tranquilos que las acabará desarrollando.
Tanto la ciencia ficción
escrita como muy particularmente el cine, nos ha mostrado hasta la saciedad la
existencia de robots militares o policiales, desde la serie de Star
Wars, pasando por Robocop y un largo etcétera.
El robot es el perfecto
soldado: se puede programar a voluntad, no tiene ética, no tiene escrúpulos, no
se cansa, si es destruido nadie lo llorará, es relativamente más barato de
mantener que una persona, es mucho más resistente, puede tener una vida útil
muy longeva, puede reprogramarse y destinarse a otros menesteres, obedece
ciegamente… ¿sigo?
Isaac Asimov ideó una
solución para que los seres humanos pudiesen convivir pacífica y
fructíferamente con robots: las famosas 3 leyes de la robótica que dicen,
básicamente, que un robot no puee dañar a un ser humano (1ª ley), que un robot
debe obedecer a un humano, excepto cuando entre en contradicción con la 1ª ley
(2ª ley) y que un robot debe autoconservarse (excepto cuando ello entre en
conflicto con la 1ª o 2ª ley) (3ª ley).
Esto debía eliminar los
resquemores de que los robots fuesen utilizados contra los seres humanos o que
estos quedasen fuera de control. Es evidente que los actuales robots militares
no están dotados de las 3 leyes de la robótica ni de nada que se les parezca.
Al menos, no están dotados de la 1ª ley, porque lo de la obediencia y lo de la
autoconservación sí que puede representar un gran interés para los militares.
A nadie le molesta que un
robot haga trabajos repetitivos en una cadena de montaje de coches o trabajos
peligrosos desactivando explosivos o de mantenimiento en un reactor nuclear.
La cosa se pone más fea
cuando el robot sustituye lugares de trabajo más creativos, más propios de un
ser humano. Y se vuelve intolerable cuando el robot se utiliza para matar, por
ejemplo, seres humanos o para causar algún otro tipo de daño o destrucción.
Incluso están los
microrobots espías, que con el internet de las cosas, pueden acabar
convirtiéndose en una verdadera pesadilla para la Humanidad si no se regulan
adecuadamente.
Así que, leyes de la
robótica asimovianas o convenciones de Ginebra, algo habrá que hacer para
limitar el potencial destructivo de los robots o me temo que lo acabaremos
pagando todos muy caro en un futuro no muy lejano.
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