07 octubre 2019

Vientos oníricos


Me gustaría comentar un peculiar relato contenido en la colección de cuentos de fantasía y ciencia ficción El viento soñador y otros relatos que es, precisamente, el que da nombre a la antología.

“El viento soñador” (The Dreaming Wind, 2007, finalista de los premios Nebula y Sturgeon 2008), de Jeffrey Ford es un precioso y onírico relato sobre la importancia que tienen los sueños y la fantasía en el mundo real.

El planteamiento no deja de ser peculiar: cada año, llegada una determinada época del año, en un indeterminado pueblo en medio de la nada, llega “el viento soñador”, que lo pone todo patas arriba y hace que la gente confuda la realidad con la ficción y que sucedan cosas aparentemente imposibles o incluso surrealistas.

El problema surge cuando un año el viento soñador tarda en llegar y toda la gente del pueblo empieza a ponerse muy nerviosa porque podría ser que este año no llegase. Aparentemente, el viento soñador es un incordio, una interrupción no deseada de la rutina, pero los habitantes del pueblo se dan cuenta de que no pueden vivir sin él y deciden “salir a recibirlo” de una curiosa manera.

Este es de esos cuentos que te reconcilian con el género fantástico. No hace falta que aparezcan orcos, elfos, guerreros musculosos, princesas pizpiretas, ni castillos medievales. Un simple pueblo perdido en cualquier lugar puede ser la sede de sucesos maravillosos. Pero es que la propia narración es verdaderamente maravillosa y estás deseando saber más y más y tal vez lo de menos es cómo concluye la historia.

De hecho, en algunos aspectos me ha recordado a la película de Luis García Berlanga, Bienvenido Mr. Marshall (1953), no me preguntéis por qué. Tal vez porque todos los vecinos esperan algo que no acaba de llegar, cada uno de ellos a su manera.

Nunca valoraremos lo suficiente la importancia de los sueños, de soñar, de la imaginación, como ruptura de la aplastante y agobiante rutina. Es cierto que hay gente que es muy feliz con su rutina de cada día, pero los humanos, en general, necesitamos de vez en cuando nuestra pequeña (o grande) dosis de magia.

Ello explica el triunfo de libros como El Señor de los Anillos, de J.R.R. Tolkien, o de la saga de Harry Potter, de J.K. Rowling. Todos queremos soñar y vivir en un mundo mágico y diferente… ni que sea por un ratito.