Menos que un píxel
Como me hizo notar un
amigo, el 14 de febrero del 1990, hace ahora 30 años, la sonda Voyager 1, a
petición del conocido científico y divulgador, Carl Sagan, tomó una fotografía
de la Tierra desde más de 6.000 millones de km de la Tierra (unas 5,5
horas/luz), en la que aparecía como algo menos de un píxel. Esta fotografía fue
bautizada como “un punto azul pálido” (”A pale blue dot”) y
dio nombre a un libro del propio Sagan, en el que examinaba la historia de la
especie humana y la ponía en una perspectiva cósmica.
Algo histriónicamente,
como solía ser habitual en Sagan, este decía que todo cuanto había acontecido
en la historia: todas las batallas, auges y caídas de imperios, historias
mayores y menores, todos los inventores, generales, reyes y personas de a pie,
todo cuanto la especie humana ha vivido, ha sucedido en ese pequeño punto azul
pálido, flotando en la inmensidad del Cosmos, como un pequeño átomo de piedra.
Hay que reconocer que da
una perspectiva única de la Humanidad y de la Tierra y que nos empequeñece de
una manera inimaginable. Eso es todo cuanto hemos sido y somos, aunque tal vez
nuestro futuro no esté estrictamente circunscrito a este punto azul pálido.
Como mínimo, hemos llegado a la Luna, aunque esta ni se distingue en la
fotografía.
Supongo que una hipotética
nave alienígena que entrase en nuestro Sistema Solar nos vería así: como algo
insignificante. Y no digamos ya cómo nos verían desde distancias mayores, como
por ejemplo, desde otro sistema estelar.
Aún así, hemos sido
capaces de detectar planetas extrasolares, así que la Tierra debería ser
detectable también desde grandes distancias dentro de nuestra galaxia por una
supuesta civilización lo suficientemente avanzada.
De momento, nos tendremos
que conformar con esta maravillosa fotografía que pone nuestro hinchado ego en
su sitio.
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