08 octubre 2010

El reino de la putriscibilidad

Últimamente las estanterías del fantástico están llenas de novelas sobre vampiros, hombres lobo, zombis y ángeles caídos. La verdad es que a estas alturas, esos personajes tan manidos deberían estar más bien demodés, pero viven un dulce renacimiento.

A mí particularmente no me atraen lo más mínimo. Admito que es una preferencia subjetiva cien por cien y no trataré de justificarla, pero debo admitir que después de Drácula y alguna de sus secuelas, poco nuevo hay que decir sobre los vampiros. Claro que eso que se lo cuenten a las adolescentes crepusculares, ávidas de vampiros escuálidos, guapetones y de piel clarita...

Y no hablemos de los zombies. No se me ocurre personaje más desagradable que un zombie. Pues nada, que hasta historias románticas hay. Que eso salga en una canción de Alaska, pase, pero que haya series de novelas basadas en dicho supuesto me parece como mínimo irónico.

¿Y qué me decís de los ángeles? Los caídos y los no caídos. Yo pensaba que The Holly Bible ya había dicho la última palabra. Si mucho me apretáis, ¡Qué bello es vivir! o Autopista hacia el cielo, pero en fin, yo me quedo con Dogma.

Supongo que el filón durará todavía una temporadita y será sustituido por otro, aunque dudo que el sustituto sea de una originalidad mayor. ¿Con qué nos sorprenderán luego? ¿Con enanitos? ¿Con hadas? ¿Con orcos? No me extrañaría lo más mínimo. La novedad no parece abundar mucho por estos andurriales.

Después de los relatos con multitud de seres fantásticos, como El Señor de los Anillos, ahora llegan las especializaciones. Se empieza con caballeros dotados con espada mágica, se sigue con los dragones y luego se pasa al folklore centroeuropeo clásico, con algún toque antillano.

En fin, sugiero algunas posibilidades humorístico-fantásticas como una revisitación del Viaje a la Luna de Verne, pero con zombies y mosquitos tigre con mala leche o una Alicia en el país de las maravillas en versión gore, con Alicia devorando viciosamente conejos crudos y gatos mutantes evanescentes que lancen rayos. Todo es ponerse.