Correlaciones: Bóvedas de acero
La ciencia ficción es
prolífica en la existencia de ciudades bajo cúpulas o incluso subterráneas.
Incluso de planetas enteros que son una ciudad, cuya actividad se realiza bajo
cubierto.
Así, Asimov, que era un
conocido agorafóbico, nos habla de una Tierra con ciudades subterráneas, o más
concretamente, cubiertas por “bóvedas de acero”, expresión análoga al título de
una de sus conocidas novelas de robots: Bóvedas de acero.
También de este escritor
es el constructo de Trántor, el planeta-capital del Imperio Galáctico que es
una enorme ciudad subterránea donde viven miles de millones de almas y que es
bastante bien descrito en alguna de las precuelas del Ciclo de las Fundaciones,
como en Preludio a la Fundación o en Hacia la
Fundación y que inspiraría el Coruscant de Star Wars
También en la serie de
Dune aparece un planeta altamente tecnificado que desarrolla
toda su actividad bajo tierra: se trata del mundo de Ix.
Incluso está el curioso
caso de Roma Eterna, de Robert Silverberg, que nos describe
una Roma clásica alternativa con un curioso submundo poblado de tenderetes,
personas y todo tipo de parafernalias.
Podríamos seguir así
bastante rato. Asimov se inspiró en las ciudades de Nueva York y Chicago para
sus bóvedas de acero, pero en nuestro mundo real, donde ya existen estos
constructos es en otra ciudad norteamericana: Toronto, la capital de Ontario
(Canadá).
La climatología de Toronto
en invierno es extrema. Hace muchas décadas que comenzaron a conectarse
subterráneamente muchas instalaciones del centro de la ciudad. A partir de eso,
se han desarrollado kilómetros y kilómetros de galerías subterráneas que, no
sólo conectan insfraestructuras superficiales, sino que ofrecen multitud de
tiendas y servicios en los propios subterráneos.
La necesidad se impone y
en una ciudad en la que en invierno nieva mucho y hace mucho frío, la
existencia de un “mundo interior” es una bendición para sus habitantes.
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