03 julio 2018

Correlaciones: Bóvedas de acero


La ciencia ficción es prolífica en la existencia de ciudades bajo cúpulas o incluso subterráneas. Incluso de planetas enteros que son una ciudad, cuya actividad se realiza bajo cubierto.

Así, Asimov, que era un conocido agorafóbico, nos habla de una Tierra con ciudades subterráneas, o más concretamente, cubiertas por “bóvedas de acero”, expresión análoga al título de una de sus conocidas novelas de robots: Bóvedas de acero.

También de este escritor es el constructo de Trántor, el planeta-capital del Imperio Galáctico que es una enorme ciudad subterránea donde viven miles de millones de almas y que es bastante bien descrito en alguna de las precuelas del Ciclo de las Fundaciones, como en Preludio a la Fundación o en Hacia la Fundación y que inspiraría el Coruscant de Star Wars

También en la serie de Dune aparece un planeta altamente tecnificado que desarrolla toda su actividad bajo tierra: se trata del mundo de Ix.

Incluso está el curioso caso de Roma Eterna, de Robert Silverberg, que nos describe una Roma clásica alternativa con un curioso submundo poblado de tenderetes, personas y todo tipo de parafernalias.

Podríamos seguir así bastante rato. Asimov se inspiró en las ciudades de Nueva York y Chicago para sus bóvedas de acero, pero en nuestro mundo real, donde ya existen estos constructos es en otra ciudad norteamericana: Toronto, la capital de Ontario (Canadá).

La climatología de Toronto en invierno es extrema. Hace muchas décadas que comenzaron a conectarse subterráneamente muchas instalaciones del centro de la ciudad. A partir de eso, se han desarrollado kilómetros y kilómetros de galerías subterráneas que, no sólo conectan insfraestructuras superficiales, sino que ofrecen multitud de tiendas y servicios en los propios subterráneos.

La necesidad se impone y en una ciudad en la que en invierno nieva mucho y hace mucho frío, la existencia de un “mundo interior” es una bendición para sus habitantes.