15 octubre 2008

Inspiración psicohistórica

He leído con notable sorpresa que el recientemente galardonado con el premio Nobel de economía, Paul Krugman se metió en esto de la economía inspirado tras la lectura de la trilogía de Las Fundaciones de Isaac Asimov y que le hubiera gustado ser psicohistoriador.

Conocía muchos casos de personas que habían entrado en el sendero de la ciencia gracias a la ciencia ficción o debido al visionado de series de divulgación magníficas como Cosmos de Carl Sagan, pero es la primera vez que oigo lo de la psicohistoria, esa ciencia tan "denostada".

Incluso parece ser que al principio de su carrera, publicó un peculiar artículo titulado "Teoría del comercio interestelar", que cualquier escritor aficionado a estos temas haría bien en leerse, pues seguro que extraía alguna idea interesante de él.

Últimamente, por eso, la psicohistoria, llamada así o con otros nombres más poéticos, como Cliología, vuelve a estar de moda en la ciencia ficción. El principal responsable de ello es otro escritor de ciencia ficción: Michael Flynn, en obras como Eifelheim o En el país de los ciegos. En esta última, incluso facilita una lista de lecturas complementarias de "introducción" a la Cliología.

Es evidente que la Psicohistoria tal y como fue concebida clásicamente carece de sentido. No es posible predecir los acontecimientos históricos con precisión, ni siquiera recurriendo a la estadística, porque hay una cosa fantástica llamada caos que lo impide.

No obstante, reformulaciones más modernas que incluyen la caoticidad, la teoría de las catástrofes (René Thom) y otros fenómenos parecidos, son mucho más creíbles, aunque desde luego esta disciplina científica sigue sin existir. Al menos que sepamos, claro...