30 enero 2006

Hologramas y experimentos

Hay, a grandes rasgos, dos tipos de relatos breves. Yo los llamo hologramas y experimentos.

Los relatos-hologramas son narraciones en que los principales rasgos, preocupaciones y temáticas del autor se encuentran presentes en el texto. Son más abundantes de lo que parecen y los hay de diversos tipos. Así, pueden ser tempranos, como "Anochecer" de Isaac Asimov, que fue el relato que le lanzó a la fama dentro del mundo de la ciencia ficción y que ya contenía el germen de muchas de las cosas que posteriormente produciría; o pueden ser también de madurez, como "Siete vistas de la garganta de Olduvai" de Mike Resnick.

Los llamo hologramas precisamente por una de las características más peculiares que tienen estas entidades: que si los recortas y coges una parte más pequeña, a diferencia de una fotografía, no muestran un trozo de la imagen original, sino ésta al completo, sólo que un poco más borrosa, pues algo de información sí que se ha perdido. Así pues, los relatos-hologramas muestran al autor y sus fijaciones, e incluso su estilo, en un espacio reducido.

También están los relatos-experimento, que son desviaciones más o menos notorias de los temas principales. Suelen ser aventuras experimentales en que se embarca el autor a fin de demostrar su virtuosismo, desarrollar una nueva idea o tema o simplemente por capricho. Son bastante abundantes en según qué tipo de autores (como por ejemplo, en Robert Silverberg), hasta el punto que conforman buena parte de su prolífica producción. Ejemplos son: "Entra un soldado. Después entra otro" o "Buenas noticias del Vaticano", aunque este último contiene también algunos de los temas habituales en Silverberg, si bien están tratados de una manera francamente original.

Algunos autores suelen ser más monotemáticos o con un estilo muy definido. Así, la mayoría de los relatos de Isaac Asimov o de Robert Sheckley son similares entre ellos, lo cual no les resta mérito, pero sí que es posible identificar unos patrones argumentales o unos estilos narrativos muy definidos. Lo mismo sucede con J. G. Ballard, aunque a otro nivel.

También tenemos autores, como Philip K. Dick, que si bien tocan casi siempre un tema común: el cuestionamiento de la realidad o del yo, presentan un repertorio muy extenso de registros y de subtemáticas. Algo parecido sucede con Fritz Leiber, que oscila entre sus relatos sobre las guerras temporales, el teatro, la novela negra o el terror.

Otros autores son más heterogéneos en sus planteamientos, como Frederik Pohl o el propio Robert Silverberg. Incluso los hay que parece que se están reinventando tras cada obra, como es el caso de Ted Chiang, si bien podemos apreciar en él ya algunas pautas en su corta pero intensa producción, como son los elementos cosmogónicos o el interés por la lingüística.

Así pues, algunos relatos son representativos de toda la producción literaria de un determinado escritor, mientras que otros lo son de una filia/fobia concreta, pero en cualquier caso nos aportan información interesante sobre la obra del autor.