30 octubre 2019

Pepinos nucleares en el espacio


Al parecer la NASA se está planteando utilizar la tecnolgía nuclear de fisión para impulsar naves espaciales. Vaya, dicho en plata, utilizar detonaciones nucleares para propulsar naves. Esto ya se planteó hace muchos años. El proyecto incluso tenía un nombre: el proyecto Orión.

La cosa se vio limitada por dos motivos: uno, que según los acuerdos internacionales, la energía nuclear está prohibida en el espacio fuera de fines muy específicos, como reactores nucleares para sondas interplanetarias. Pero nada de fuegos artificiales.

La segunda es que contamina un montón. Y es peligrosa. Sentarse en una nave que se tira pedos nucleares no creo que sea una experiencia muy segura ni muy agradable. De todas maneras, me temo que en caso de necesidad, ambos motivos pueden soslayarse con relativa facilidad.

En la novela Ruido de pasos (Footfall, 1985), de Larry Niven y Jerry Pournelle (por cierto, ligeramente fascistoide, como era de esperar vista la trayectoria ideológica de sus autores), se utiliza este procedimiento para impulsar una nave espacial. Esta, incluso despega desde la Tierra, con el consecuente coste ecológico que ello representa.

Es posible, no obstante, que el uso que se le diese a la energía de fisión fuese de carácter térmico. Es decir, que se emplease el calor generado para producir algún sistema de propulsión.

Por supuesto también podemos utilizar energía termonuclear de fusión, en el caso de que alguna vez logremos conseguir la fusión sin necesidad de utilizar un artefacto de fisión para iniciarla y poder mantenerla de manera sostenida y controlada. Sería la energía ideal para vuelos más largos. También había un proyecto para esto: el proyecto Daedalus.

Hay otros proyectos, por supuesto y ahora parece que la NASA quiere rescatar viejas ideas y reconvertirlas en nuevas. A mí no me parece muy buena idea utilizar energía nuclear para estos fines. Ya bastantes disgustos nos ha dado la energía de fusión con fines pacíficos en la superficie de la Tierra.

Una idea, propuesta por Isaac Asimov, sería contruir centrales de fisión nuclear en la superficie de la Luna. En caso de accidente, el riesgo sería mínimo. Al menos hoy por hoy que está deshabitada, aunque podría conllevar un lastre para generaciones futuras. Así que lo mejor será dejar las cosas como están y buscar alternativas menos drásticas, aunque sean más futuristas.