03 marzo 2021

Los orígenes de mi universo

En otro post (Cómo diablos me metí en esto), comentaba cómo tomé contacto con la ciencia ficción literaria. Pero lo cierto es que se trata de una visión parcial. La verdad es que antes de leer a Asimov, Dick, Clarke, Bradbury o Hoyle, había leído a uno de los grandes precursores de lo que después sería la ciencia ficción. Naturalmente, me refiero a Julio Verne.

 

De Verne aún conservo una colección de sus obras completas, que no he leído totalmente, pero que siempre me fascinaron. Algunas novelas, como De la Tierra a la Luna, 20.000 leguas de viaje submarino o Viaje al centro de la Tierra, cautivaron mi imaginación infantil e implantaron las semillas para que, más tarde, otras ficciones científicas me interesasen mucho.

 

La televisión también hizo lo suyo. En otro post (Cántico por las lejanas series) comentaba cómo influyeron en mí algunas series juveniles muy populares en su momento, la mayoría de ellas británicas o norteamericanas. Y por supuesto, el cine.

 

Todo este totum revolutum ocasionó que cuando descubrí la ciencia ficción escrita moderna, me fascinase tanto que empezase a devorar uno tras otro, libros de las colecciones de Martínez Roca, Edhasa o Plaza y Janés y posteriormente Acervo, Ultramar o la colección Nova de Ediciones B. Y los que después siguieron, como Minotauro, Bibliópolis o La Factoría de Ideas.

 

Primero me limitaba a leer sobre todo los autores que había descubierto primero, como Asimov o Clarke, pero poco a poco, mis gustos se fueron ampliando y descubrí todo el resto. De hecho, aún estoy descubriendo autores, algunos de los cuales no son precisamente modernos.

 

Otra de las cosas que influyeron muchísimo en mí, especialmente en mi manera científica de ver las cosas, fue la magnífica serie de televisión Cosmos, de Carl Sagan. Creo que vi aquellos programas tantas veces que me los sabía de memoria. Con un discurso innovador, que combinaba Ciencias y Humanidades, con grandes historias, una banda sonora increíble (que mezclaba en un mismo programa a Vangelis y J. M. Jarre con J. S. Bach o Beethoven) y unos efectos especiales más que decentes que han envejecido muy bien, fue tal vez la obra que más me ha impactado en toda mi vida. Para algunos, es la Biblia. Para mí, fue Cosmos.

 

Y hasta aquí hemos llegado. Sigo leyendo novelas y relatos, que me pirran, viendo series de televisión (ahora en HBO, Netflix o Amazon) y la inmensa colección de DVD que poseo o yendo ocasionalmente al cine. En ello estamos. Y que dure.