05 mayo 2006

Supermercados de brujo

Por el título de esta entrada, alguien podría suponer que me refiero a una especie de Diagon alley (Harry Potter), pero no van por ahí los tiros, aunque tampoco queda muy lejos la cosa.

Visitar cualquier supermercado se está convirtiendo últimamente en una especie de safari en que podemos encontrar todo tipo de productos, algunos de ellos con propiedades casi mágicas. Así, existe un booom de los llamados alimentos farmacológicos, es decir, alimentos normales a los que se les han añadido ciertas sustancias medicinales (supuestos reductores del colesterol, vitaminas, etc) que mejorarán mágicamente nuestra salud.

Según los expertos hay que tener cuidado qué alimentos decidimos consumir, en especial en gente de avanzada edad y con niños pequeños, pues no estamos ante alimentos normales, sino ante productos modificados a los que se les ha añadido un fármaco. Ya sé que en teoría dichos productos han pasado los pertinentes controles sanitarios, pero es que buena parte de los consumidores a lo mejor no han pasado los pertinentes controles de raciocinio y suelen dejarse llevar por lo que ven en la publicidad, que loa las virtudes de estos productos.

Recientemente, hemos podido ver algunos productos del sector alimentario que han decidido renunciar a la palabra Bio de su nombre. No es que les haya entrado una fiebre renovadora, simplemente se ha promulgado una ley que limita el uso de esta palabra en alimentos que realmente no son "biológicos", es decir, que no hayan sido obtenidos mediante una estricta regulación.

No me extrañaría que en el futuro tuviésemos encima de la mesa otra ley que regulase los productos "mágicos" que inundan las estanterías de los supermercados.

Otros productos que están en el torbellino de la polémica son los transgénicos. A día de hoy no hay ninguna regulación que obligue a los productores a indicar que contienen transgénicos en sus ingredientes. No obstante, debido al rechazo que estos alimentos suscitan en la opinión pública -con razón o sin ella- muchas compañías han decidido prescindir de éstos por si las moscas.

Hace poco se ha anunciado un vino producido a partir de una variedad de uva con un alto contenido en vitamina C. Es evidente que las posibles combinaciones son astronómicas, pero empiezo a preguntarme si no habremos perdido el norte.

¿Llegará el día que tendremos que ir al supermercado con un PDA que nos diga qué contiene cada producto? Me extraña que nadie haya comercializado tal sistema todavía, viendo el miedo que tienen muchos consumidores a que les cuelen un gol (y con razón, desde luego).

Los supermercados se han convertido en una especie de híbrido entre colmado, farmacia y laboratorio de experimentación con humanos o al menos muchas compañía parecen jugar a ello.

No sé cómo serán los alimentos del futuro, pero si son como los que empiezan a apuntar en el presente, yo me echo a temblar. Tendremos que aprender unos cuantos hechizos protectores si no queremos salir trasquilados...