03 noviembre 2005

El primer contacto

Muchas veces me he planteado cómo sería un hipotético primer contacto entre una inteligencia extraterrestre y la Humanidad. La verdad es que soy bastante escéptico en cuanto a la posibilidad de que tengamos vecinos relativamente cerca en la galaxia (si es que hay alguno), pero por teorizar que no quede.

Siempre he pensado que, al menos por nuestra parte, existiría un problema de comunicación tremendo, posiblemente insalvable. En este sentido, suscribo bastante las tesis de Stanislaw Lem al respecto y eso que aún no he leído Solaris (sí, podéis quemarme en la hoguera, lo admito), pero sí que he leído La voz de su amo y Fiasco, que no van por derroteros muy distintos.

¿Pero cómo nos vamos a comunicar con aliens distintos de nosotros si no somos ni capaces de hacerlo con los delfines o con las ballenas? Bueno, no es del todo cierto, claro: a los delfines les enseñamos a poner minas marinas, por ejemplo, y a las ballenas les dejamos claro que nos interesa más su grasa para hacer pintalabios (producto fundamental en nuestra civilización, por lo visto) que su cerebro.

Pero dado que algunos discutirán que tal vez los delfines y las ballenas no sean inteligentes, lo pondré más crudo: ¿cómo nos vamos a entender con aliens si ni entre nosotros nos entendemos? No sé si es un problema de inteligencia o de otitis, pero algo debe haber. Y si no me creéis, recuperad el debate de ayer tarde y noche en el Congreso de los Diputados sobre la admisión a trámite del proyecto de Estatut de Catalunya. Fijaos sobre todo en el señor de la oposición con barba y gafas a ver si creéis que es posible establecer una comunicación de cualquier tipo con él.

(Lo sé: dije que sólo hablaría de literatura fantástica, pero algún espíritu malvado me debe haber poseído).