Cantando bajo la lluvia
Uno de los sueños de la
Humanidad es el control del tiempo meteorológico. Poder controlar cuándo llueve
y cuándo hace sol, poder desviar un tornado y cosas por el estilo. Ni que decir
tiene que si la cosa fuese posible, pronto viviríamos un nuevo tipo de guerra:
las guerras meteorológicas, ya que todo el mundo barrería para casa.
Si un país tuviese la
posibilidad de enviar ciclones o sequías a sus enemigos, la cosa se pondría
realmente mal. Además, mientras que los agricultores querrían una cierta
cantidad de lluvia, la gente que vive del turismo, querría sol. Nos mataríamos
los unos a los otros.
De hecho, hay gente que
cree en la teoría conspiratoria de que algunas potencias disponen ya de este
potencial. Por ejemplo, tras la catástrofe del huracán Katrina en Estados
Unidos, hubo voces más que numerosas que decían que Vladimir Putin disponía de
un arma que permitía provocar estos fenómenos y que de hecho estaba detrás de la
catástrofe.
La gente que afirma esto
no es consciente de la magnitud de la energía necesaria para crear un vórtice
de la categoría de un ciclón, incluso en sus fases iniciales. Además, aunque tal
cosa fuese posible, la meteorología se rige por leyes caóticas y nunca sabes
dónde podría acabar el ciclón. Tal vez acabase afectando a tus aliados o
incluso a ti mismo. No se puede jugar con estas cosas. Aunque realmente se
pudiese, claro, que no es el caso.
En la ciencia ficción,
algunas utopías futuristas (o no tan utopías) nos hablan del control
meteorológico. Por ejemplo, en Star Trek: La Nueva
Generación, en el capítulo “Un verdadero Q” (“True Q”,
1992) se habla del “sistema de control meteorológico mundial”.
En la serie
StarGate: SG1, en uno de los episodios: “La piedra de toque”
(“The Touchstone”, 1998) aparece un dispositivo que es capaz
de controlar la meteorología de un lugar y cuando es robado, el tiempo local
vuelve a ser tan violento como lo era antes de que el dispositivo garantizase
un clima plácido.
En El
genio (Das Genie, 1986), de Dieter Eisfeld, se
cuenta la historia de un genio físico llamado Yan Zabor, que inventa un sistema
de control meteorológico. Como era de esperar, el dispositivo acaba en malas
manos y la cosa se descontrola.
Finalmente, en
Los fabricantes de tiempo (The
Weathermakers, 1967), de Ben Bova, se cuenta la historia de un joven
y ambicioso científico obsesionado con la idea de disponer de una tecnología
con que controlar el tiempo meteorológico.
Lo que está claro es que
si no somos capaces de enfrentarnos con un mínimo de éxito al calentamiento
global, más difícil todavía sería controlar el clima de todo el planeta de
manera detallada y ordenada. Algo que quizá solo vean generaciones futuras. Si
es que sobrevivimos.
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