18 febrero 2021

Ordenadores carismáticos

La ciencia ficción escrita y cinematográfica es rica en ordenadores más o menos carismáticos. Algunos de ellos, son memorables. Otros han pasado más o menos desapercibidos, pero todos tienen su interés.

 

Empecemos con Michaelmas (1976), una novela de Algis Budrys en la que aparece un superordenador sintiente llamado Domino, que está controlado por un periodista llamado Michaelmas, que pretende arreglar los problemas del mundo. Por cierto, con el término Michaelmas supongo que se juega con el doble sentido de mass media y de la festividad cristiana de Michaelmas, celebrada en algunos lugares el 29 de septiembre.

 

Más simpático es Mycroft, el ordenador revolucionario que aparece en la novela La luna es una cruel amante (The Moon is a Harsh Mistress, 1965, Premio Hugo 1967), de Robert A. Heinlein y que coordina el movimiento independentista lunar respecto de la Tierra, mediante un sistema jerárquico de células que van a parar a Mycroft, quien lleva el nombre de otro notable: el hermano genial de Sherlock Holmes.

 

También está Jane, que más que un ordenador, es una inteligencia artificial que existe gracias a la red de ansibles de la Humanidad, en el universo de El juego de Ender (Ender’s Game, 1985, Premios Hugo y Nebula 1986), concretamente, en sus secuelas.

 

Para acabar con los ordenadores literarios, no podemos olvidarnos de la Multivac de Isaac Asimov, que gestiona los grandes asuntos de la Humanidad del futuro y que aparece en multitud de relatos, como en “Sufragio universal” (“Franchise”, 1955), “La última pregunta” (“The Last Question”, 1956), “Todos los males del mundo” (“All the Troubles of the World”, 1958) o “Vida y obra de Multivac” (“The Life and Times of Multivac”, 1975), entre otros. Se trata del ordenador definitivo, que se dedica a pensar continuamente en el bien de la Humanidad y a sacarle todas la castañas del fuego, lo que en alguna ocasión acaba ocasionándole algún que otro problema “psicológico” grave. El nombre de Multivac está inspirado en el de la primera mainframe estadounidense: UNIVAC.

 

En lo que al cine y la televisión concierne, empezaré por uno bastente antiguo: el ordenador de la nave Liberador de la serie Los 7 de Blake (Blake’s 7, 1978-1981): Zen. Era bastante primitivo, para los cánones de nuestra época y decía cosas como: “Sí, afirmativo”, “No, negativo” u “Orden autodestruída”, que hoy hacen bastante gracia.

 

En los dibujos animados, recuerdo con afecto la magnífica serie Ulises 31 (1981-1982), que narraba las historias de Odiseo (Ulises), de la mitología griega, ambientadas en el siglo XXXI. El amnésico ordenador de la nave de Ulises, la Odiseus, se llamaba Shirka, tenía voz femenina y decía cosas como: “Ulises, Ulises, el camino hacia la Tierra se ha borrado de mis memorias”, lo que justificaba el viajecito que tenían que soportar, con todo tipo de robots, monstruos y dioses malcarados, poniéndoles obstáculos a su paso.

 

Tal vez uno de los ordenadores más conocidos sea HAL (y su hermano gemelo SAL). Es el ordenador de a bordo de la Discovery 1, en 2001. Una odisea en el espacio (1968) y en 2010. Odisea Dos (1982). Juega al ajedrez, da conversación a los astronautas de la nave y en su tiempo libre se dedica a asesinarlos. Claro que la culpa (como siempre) es de la Casa Blanca, quien le ordena que mienta y oculte información, lo que lo convierte en un maníaco paranoide asesino, debido a que “entra en una lazada H-Moebius” (sic). Vaya, que se vuelve majara.

 

De HAL podemos decir que no tiene sentido del humor, sabe leer los labios, que está preocupado por si, cuando muera, soñará y que sabe cantar la dichosa cancioncita “Daisy, Daisy”.

 

Cuenta la leyenda, que inicialmente se llamaba IBM, pero que a la empresa homónima no le hizo ni puñetera gracia que un ordenador asesino se llamase así, por lo que tuvieron que cambiarle el nombre. Eso sí, no fueron muy lejos: sustituyeron cada letra, en plan cifrado del César, por la anterior. Así, IBM pasa a ser HAL, aunque Arthur C. Clarke, coautor del guión junto con Stanley Kubrick, tratara de vendernos que eso era casualidad y que, en realidad, HAL eran las siglas para Heurísticamente ALgorítmico (en castellano).

 

Otro clásico es WOPR, Joshua para los amigos, el ordenador de Juegos de Guerra (WarGames, 1983, dirigida por John Badham), encargado de controlar el sistema de defensa (y ofensa) nuclear de los Estados Unidos y que, por error, empieza una partida teóricamente simulada sobre cómo ganar una guerra termonuclear total, pero que se juega con misiles de verdad. No es la primera película que ataca este tema, pero sí es de las que muestran algunas cuestiones relacionadas con la informática y las matemáticas como la teoría de juegos, las puertas traseras o el autoaprendizaje.

 

Finalmente, en la magnífica serie televisiva The Red Dwarf (1988-), el ordenador de abordo, primero un hombre llamado Holly y luego una versión femenina llamada Hilly, tiene un sentido del humor bastante macabro y, en un episodio, se hace pasar por otro ordenador llamado Queeg, para gastarles una broma pesada a los tripulantes. Descarado, directo y algo ácido, se ha acostumbrado a decir siempre lo que opina, aunque ello pueda resultar ofensivo.