02 junio 2006

Correlaciones: Pi en el cielo

La NASA anunció hace unos días "un alineamiento de astros [en el cielo] que será un magnífico espectáculo estelar" y que comprende varios planetas, un cúmulo estelar y la Luna. No es el primer alineamiento que podemos ver en los últimos años, aunque tiene bastante buena pinta.

Esto me recordó al delicioso relato de Fredric Brown "Pi en el cielo" ("Pi in the Sky", que juega con el doble sentido de la frase como "es pura fantasía") sobre un extraño fenómeno de distorsión estelar que empieza a distinguirse sobre los cielos de la Tierra y que tiene un peculiar origen.

Desgraciadamente, a pesar de que de vez en cuando los periódicos publican noticias astronómicas, cada vez resulta más difícil apreciar el cielo nocturno en buenas condiciones de observación. La causa es la creciente contaminación lumínica, que no sólo atenaza a las ciudades, sino que ha llegado también a las zonas rurales.

Debido a la furia edificadora de nuestro país, incluso en las zonas alejadas de la ciudad, han proliferado las urbanizaciones, que suelen estar profusamente iluminadas, aunque no viva nadie en ellas entre semana y, a veces, durante buena parte del año.

Por ello, para poder apreciar fenómenos celestes nocturnos -cometas, lluvias de meteoritos, alineamientos, etc- se vuelve imperioso coger el coche y largarse a la montaña, a algún lugar alejano del mundanal ruido (luminoso) que nos inunda.

Hace unos años, incluso se planteó la posibilidad de utilizar espejos orbitales, láseres y satélites para poner publicidad en el cielo. Espero que la técnica no avance nunca lo suficiente o que, en caso de que así sea, haya leyes que lo prohiban. El cielo es patrimonio de todos, no de unos pocos y ya tenemos bastante publicidad en el suelo como para que polucionen el firmamento también.

Recuerdo un anuncio que apareció en la prensa en que se veía un ladrón robando las estrellas y que alertaba sobre la contaminación lumínica. Y es que se han redactado leyes en algunos lugares para prevenir esta contaminación, pero o son excesivamente tolerantes o no se aplican. ¿Qué raro, no?

Después, cada dos por tres, nos atacan con campañas institucionales diciendo que ahorremos energía. Pero el derroche que tenemos cada noche en todo el planeta para iluminar la cara nocturna no parece preocuparle a nadie. Si examinamos las fotografías nocturnas de la Tierra desde el espacio podemos apreciar que cada vez se parece más a nuestra idea de Trántor o de Coruscant que a la del planeta azul.

Tal vez, como uno de los miedos atávicos del ser humano es la oscuridad, no veamos esta situación como un problema, sino como una solución. Así nos luce y nunca mejor dicho.