29 septiembre 2008

Científicos famosos

Dice la primera ley de Clarke que:

Cuando un viejo y distinguido científico determina que algo es posible, probablemente está en lo correcto. Cuando determina que algo es imposible, probablemente está equivocado.

Digo esto porque últimamente uno de los más famosos y distinguidos científicos humanos, Stephen Hawking, está haciendo unas declaraciones que son para mojar pan.

Por ejemplo, hace poco se apostó una cierta cantidad de dinero a que en el LHC no se iba a encontrar el bosón de Higgs, la esquiva partícula que dotaría de masa a las otras partículas. Al parecer Mr. Higgs no se lo tomó muy a buenas. Yo opino como Hawking: que sería mucho más interesante que el bosón de marras no apareciese.

Eso le daría más vidilla a la física de altas energías. Aunque ya me veo a los pobres físicos rehaciendo todo el modelo estándar a marchas forzadas y sacándose de la manga todo tipo de exóticas explicaciones. Supongo que no tardaremos muchos años en saber cuál de los dos tiene razón.

Hawking también ha efectuado otras declaraciones que no dejan de ser bastante sui generis. El hombre está convencido que en menos de un siglo, los humanos nos vamos a cargar la Tierra y que la única posibilidad de supervivencia es la colonización del espacio.

Sinceramente, yo soy de los que siempre ha opinado que antes de esparcir la contaminación por todo el Cosmos, tal vez primero pongamos en orden nuestra casa. Vaya, que sería mejor esperar un poco y mejorar como especie antes de trasladar nuestros absurdos problemas al resto del Universo.

Afortunadamente, esto de colonizar el Cosmos no es tan sencillo. Hay problemas económicos, tecnológicos y biológicos. Con lo maravillosa que es la Tierra, no sé qué necesidad hay de meterse en berenjenales carísimos y muy arriesgados. Almenos de momento.

Tal vez que dediquemos todos nuestros esfuerzos a salvar nuestra patria natal, este pequeño punto azul pálido, antes de abordar la gran aventura de cruzar las procelosas aguas del océano cósmico. No vaya a ser que esto termine como las Crónicas marcianas de Ray Bradbury. Sería un final demasiado triste.