11 diciembre 2019

Babelfish


En la ciencia ficción, aparece recurrentemente el problema de comunicación entre humanos y alienígenas. Para algunos, como los guionistas de Star Trek, todo se soluciona con el traductor universal. Para otros, como el escritor polaco, Stanislaw Lem, la comunicación es prácticamente imposible en todos los casos.

No entraré aquí a tratar sobre este tipo de situaciones, pues ya lo he hecho en algún que otro post. Pero sí que me gustaría analizar dos conceptos relacionados con la comunicación interespecies que aparece en los libros de la Saga de Ender.

De trata de los ramen y los varelse. Los ramen son seres inteligentes con los que la comunicación, con mayor o menor dificultad, es posible. Mientras que con los varelse, dicha comunicación es poco menos que imposible.

Curiosamente el autor, Orson Scott Card, concluye que con los varelse, la guerra está justificada. Es más, la guerra es poco menos que inevitable, mientras que con los ramen es posible llegar a entendimientos y debe predominar la paz y la cooperación.

Yo no lo veo así. Para empezar, que con una especie fuésemos capaces de entendernos, e incluso de dialogar, no implica ningún tipo de pacifismo ni de colaboración a priori. Podría tratarse de una especie claramente belicosa. Y lo contrario también es cierto: aunque con alguien no nos entendamos, ello no presupone que nos vayamos a liar a golpes de fáser. Siempre podemos ignorarnos los unos a los otros de manera estratégica.

Siempre he creído que, en caso de existir seres alienígenas civilizados por algún lado, si llegasen a ponerse en contacto con nosotros, la comunicación sería muy complicada. Vaya, que me decanto más por Lem que por Star Trek. A menos, claro, que encontremos el pez Babel, traductor universal, de la saga del Autoestopista galáctico de Douglas Adams.

En cualquier caso, para ir practicando, podríamos intentar descifrar el canto de las ballenas o el lenguaje de los delfines. No está claro qué tipo de lenguaje utilizan o si se trata propiamente de un lenguaje estructurado como el nuestro (o remotamente similar al nuestro), pero si ni eso hemos sido capaces de hacer, no me imagino cómo íbamos a descifrar un lenguaje alienígena, a menos, claro está, que ellos nos ayudasen a hacerlo.