El hombre del Centenario
Como me hizo notar un
amigo el otro día, el 2020 será el año en que se celebra el centenario del
nacimiento del famoso escritor de ciencia ficción y divulgador científico,
Isaac Asimov, quien parece ser que nació el 1 de enero de 1920 (más o menos) en
la ciudad de Petrovichi, en Rusia, aunque emigró a la edad de 3 años con sus
padres a los Estados Unidos de América.
Asimov es meridianamente
conocido por todos los amantes de la ciencia ficción. Un siglo después de su
nacimiento, sigue manteniendo la fama y mucha gente sigue iniciándose en la
lectura de este género mediante alguno de sus libros, como la Trilogía
de las Fundaciones o Yo, Robot.
Lo cierto es que sus
relatos y novelas se adelantaron a los tiempos en mucho: un mundo regido por
computadores, una catástrofe ambiental en ciernes, la robotización de la
sociedad, el auge de las grandes megápolis o la conquista del espacio, aunque
este último tema quizá sea el que más deje que desear en sus previsiones.
Asimov no fue solo un escritor
de ciencia ficción o un divulgador científico. También fue un pensador
profundamente escéptico y humanista, al mismo tiempo. Identificado con el
partido demócrata americano durante mucho tiempo, fue conocida su lucha a favor
del agnosticismo, la libertad de pensamiento y en contra de la censura.
El Buen Doctor, apodo con
que era conocido, nos dejó un enorme legado en forma de libros, relatos y
ensayos de mayor o menor interés, pero que raramente dejan indiferente.
Si bien no fue lo que se
conoce como un “gran literato”, es decir, utilizaba un lenguaje bastante
sencillo, sin metáforas floridas y sin grandes figuras literarias, con tramas
casi siempre lineales (cuando no, hasta ponía notas a pie de página para que la
gente no se le perdiese). Estaba dotado de una mente brillante, profundamente
inquisitiva y de un cierto humor irónico, que hacía las delicias de sus
lectores.
Hoy día, la mayor parte de
sus obras pueden encontrarse en las librerías, a diferencia de otros autores,
tal vez más literarios, que se encuentran terriblemente e injustamente
descatalogados. Pero Asimov ha sobrevivido a su propia fama, lo que demuestra
que no era una simple moda, sino que detrás había algo mucho más sólido de lo
que podría parecer a simple vista.
Podemos decir, a modo de
resumen, que tal vez no fuese el mejor escritor de ciencia ficción (tampoco
sabría decir quién ocuparía ese puesto), pero sí que ha acabado siendo el más
famoso, a la altura de Ray Bradbury o Arthur C. Clarke, por citar un par de
ejemplos.
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