20 noviembre 2020

Arecibo, mon amour

“Nada dura para siempre… Hasta el reinado más largo y brillante debe llegar a su fin, algún día.”. Así comienza la serie británica House of Cards, interpretada en su papel principal de Francis Urquahart por Ian Richardson y que tuvo hace poco un exitoso remake norteamericano interpretado por Kevin Spacey, en una serie de nombre homónimo.

 

Ciertamente, nada dura para siempre. Hoy, diversos blogs han abierto con la noticia según la cual, Estados Unidos ha decidido desmantelar el enorme radiotelescopio de Arecibo, en la isla de Puerto Rico, famoso en el cine por haber aparecido en películas como Goldeneye (1995) o Contact (1997).

 

En el año 1974 se envió una señal codificada que supuestamente sería inteligible para una civilización extraterrestre, donde se indicaba la posición de la Tierra. Ya entonces hubo una cierta polémica, porque no todo el mundo estaba de acuerdo con que revelásemos la ubicación de la Tierra a una posible civilización alienígena belicosa. De todas formas, hace décadas que emitimos señales electromagnéticas al espacio, así que no creo que venga de aquí.

 

Una posible civilización extraterrestre lo tendría relativamente fácil para localizarnos si fuese lo suficientemente avanzada. No son precisas señales específicas com las de Arecibo.

 

Lo cierto es que el radiotelescopio ha envejecido. Dos cables se rompieron y al parecer, no hay manera segura de repararlos. O eso dicen. Tal vez sea una excusa. Sea como fuere, el gobierno ha decidido desmantelarlo y si te he visto no me acuerdo.

 

Tampoco pasa nada. Actualmente hay radiotelescopios y arrays de radiotelescopios distribuidos por tota la Terra, mucho más potentes que el de Arecibo. Los chinos hace poco inauguraron uno. Por medios, que no sea.

 

Pero Arecibo fue de los primeros. Estaba muy ligado al SETI (el programa de búsqueda de inteligencia extraterrestre) dentro del imaginario collectivo de los astrónomos y de los amantes de la ciencia ficción. Y da una cierta pena que ahora esté a punto de desaparecer. Naturalmente, es demasiado grande como para guardarlo en un museo.

 

Nada no dura para siempre…