31 octubre 2020

Fake news, invasiones aliens y mitos

Leía el otro día en un libro (El mundo no es como crees) una entrada particularmente divertida sobre las fake news, que tanto abundan en estos días convulsos. La tesis del escrito era que esto de las fake news, que de hecho son más bien desinformación, son algo bastante antiguo y ponía como ejemplo la retransmisión radiofónica de Orson Welles de La guerra de los mundos, de H. G. Wells.

 

Podría considerarse dicha retransmisión como el origen moderno de las fake news por los medios de comunicación, aunque hay dos peros. En primer lugar, no fue desinformación propiamente dicha: fue una especie de performance, un acto publicitario mediante el cual Welles se dio a conocer al gran público y su carrera despegó meteóricamente.

 

Por otro lado, está el mito de que miles de personas, aterrorizadas, se lanzaron a buscar armas o a alistarse al ejército para hacer frente a la supuesta invasión extraterrestre, en medio de un pánico desatado.

 

Parece ser que no fue así, en absoluto. Se trata de un mito interesado. El programa, emitido la noche del 30 de octubre de 1938, en la víspera de Halloween, tuvo una audicencia muy baja. Al parecer, la mayor parte de la gente estaba escuchando otro programa de un ventrílocuo y no el programa de Welles y, desde luego, aunque hubo algunos sustos, en la propia retransmisión avisaron hasta tres veces que se trataba de una ficción.

 

¿Por qué, entonces, se nos ha hecho creer lo contrario: que tuvo una gran repercusión? Pues se trata de una fake news dentro de otra fake news. En aquella época, la estrella de la radio era ascendente y se estaba enfrentando con la prensa escrita por el control de la tarta de los ingresos publicitarios.

 

La prensa escrita hizo una campaña para desacreditar el programa radiofónico de Welles dando a entender que la prensa escrita sí que era seria, mientras que de la radio no te podías fiar, dado su sensacionalismo. ¿Os suena?

 

Es lo mismo que decía la radio de la televisión o actualmente la televisión de internet. Conforme aparecen nuevos actores en el escenario y tienen que repartirse los ingresos publicitarios y las audiencias, la guerra de desprestigio se desata.

 

Pero igual que el vídeo (no) mató la estrella de la radio, como reza la canción, tampoco internet ha acabado ni con la radio, la televisión, la prensa o los libros. Es cierto que los mercados y los públicos se han ajustado y reordenado, pero hay sitio para todo el mundo. Almenos de momento.