13 noviembre 2019

La ropa del futuro


Una de los inventos humanos que tal vez menos ha evolucionado en estos tiempos hipertecnificados que corren es la ropa. Aunque esto está empezando a cambiar.

Hay un cursioso relato de J. G. Ballard, titulado “Dile adiós al viento” (”Say Goodbye to the Wind, 1970) en que aparece ropa viva. Esto es, una ropa de unas cualidades especiales que no solo se adapta perfectamente al cuerpo de su huésped, sino que también lo hace a su estado de ánimo.

En esa sociedad, solamente los parias del sistema (los pobres, los drogadictos, etc.) visten ropas “muertas”, o sea, ropas como las que actualmente vestimos la inmensa mayoría de los mortales, que siempre son iguales y son insensibles a los cambios de humor.

En la ciencia ficción se ha tratado más veces el tema de las ropas adaptativas, tecnológicas, funcionales… Un ejemplo memorable son los destiltrajes de Dune, de Frank Herbert, una especie de trajes espaciales adaptados al desierto, que recogen el sudor y las heces y los reprocesan de manera que puedan ser reutilizados in situ.

También existen tejidos versátiles futuristas, como el kyrt que solo se puede cultivar en un planeta de la galaxia, en este caso, el planeta Florina. Esto acontece en una de las novelas de Isaac Asimov pertenecientes al conocido Tríptico del Imperio, concretamente a Las corrientes del espacio (”The Currents of Sapce”, 1952).

De momento, no obstante, nos tendremos que contentar con los calzoncillos que absorben los olores gracias a las nanopartículas, los jerseys con displays luminosos que permiten mostrar imágenes o los tejidos ultraimpermeables que no solo no se mojan, sino que escupen el agua.