14 marzo 2012

La muerte de las ardillas compulsivas

En el argot del fandom literario se conoce como “ardillas compulsivas” a aquellas personas que se dedican a acaparar de manera compulsiva libros en espera que lleguen tiempos de escasez en que no se publiquen apenas novedades. Así, aunque vengan épocas de penurias, habrá una buena provisión de libros pendientes de leer y se podrán superar los “tiempos oscuros” de la escasez.

Siempre ha sido así, porque, sobre todo en el mundo de la ciencia ficción, ha habido períodos de vacas gordas y épocas de vacas flacas. El famoso péndulo que no paraba de oscilar. Aunque al igual que el péndulo parece haberse detenido (u oxidado) últimamente, debido a la pertinaz sequía, también podríamos haber llegado a la época en que las ardillas compulsivas estarían en peligro de extinción.

El motivo es simple: el libro electrónico. ¿Qué sentido tiene acaparar libros y más libros hasta hacer crujir las estanerías de sobrepeso si en cualquier momento podemos acceder a descargar un libro en formato electrónico? Doy por supuesto que pagando, pero en cualquier caso, descargarlo.

Así, se han acabado los saldos a precio de ganga, que nos dejaban con cara de tontos por haber pagado en su día cinco veces más que su precio se saldo; se han acabado los incunables inencontrables, porque siempre estarán disponibles, ya que el stock será ilimitado y no habrá problemas para almacenar miles y miles de libros de manera sencilla y barata.

Por lo tanto, las ardillas compulsivas, dejaremos de sentir la frenética necesidad de enterrar nueces bajo tierra para cuando lleguen los fríos y podremos dedicarnos a leer lo que queramos, cuando queramos, esperemos a un precio razonable.

Eso sí, el placer de acudir a la librería a la caza de novedades, el gusto de ver las portadas con diseños relucientes y poder disfrutar de la experiencia táctil de tener el libro en las manos y de poder hojearlo, habrá pasado a la historia. O tal vez no. El tiempo lo dirá…

1 Comments:

At 4:32 p. m., Blogger odo said...

Muy de acuerdo con tu reflexión. Desde que me he pasado al libro electrónico compro mucho menos, porque no tenga esa sensación de "o lo compro ahora o no lo vuelvo a ver nunca". Un alivio, la verdad.

 

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