06 febrero 2022

Cultura Global

Michael Crichton, que tenía formación de médico, fue un escritor y guionista de ciencia ficción del siglo XX más que notable. Entre sus obras más reconocidas están “La amenaza de Andrómeda” o “Parque Jurásico”.

 

En sus últimas obras, Crichton, quien era un reconocido autor de tecno thrillers de lo más tecno escéptico, afirmaba que esto de internet (que entonces era poco menos que incipiente) nos iba a llevar a los humanos a una aculturalización global.

 

Dicho con otras palabras, que en todas las partes del planeta habría la misma cultura y que la diversidad cultural existente en la actualidad se diluiría en una especie de cultura global difusa, ampliamente influenciada por el modo de vida occidental, especialmente por el norteamericano.

 

De hecho, el lo expresaba más enfáticamente, afirmando que en todas partes nos preocuparíamos por las mismas chorradas y reiríamos los mismos chistes. Supongo que se veía venir lo que ha acabado siendo la memesfera y el universo virtual de las redes sociales.

 

¿Tenía razón Crichton? Bueno, parece que acertó bastante. Sin haberse producido un genocidio cultural verdaderamente masivo, es cierto que hemos pasado de un mundo basado en átomos, a otro basado en bits, como diría Esther Dyson. De lo real a lo virtual.

 

Antes, si una cosa no aparecía por la televisión, no existía. Ahora, si no aparece en las redes sociales, o no existe o no tiene importancia, que no sé cuál de las dos cosas es peor.

 

Si el mundo vivió ensimismado la muerte de Lady Di y el posterior espectáculo que se montó a su alrededor, como una especie de tragedia televisiva retransmitida en directo, o las guerras de Irak o de los Balcanes, a través de las “noticias” de la CNN, ahora la gente vive casi simultáneamente en todo el mundo los mismos memes de los youtubers, tiktokers y otros animalillos del cybermundo.

 

Incluso algunos propietarios-gurú de redes sociales nos proponen una inmersión total en la realidad virtual a lo Desafío total (Hasta a Philip K. Dick se le pondrían los pelos de punta).

 

La verdad, lo único que frena el fenómeno que previó Crichton es el idioma. Aunque el inglés es bastante omnímodo, no es el lenguaje materno de la mayor parte de los seres humanos. Aún quedan muchos nativos de chino, hindi, bengalí, ruso, francés, alemán, español o árabe, por citar unos cuantos idiomas.

 

Pero posiblemente hasta esto pronto cambiará. La posibilidad de traducir automáticamente de cualquier idioma a otro cualquiera, tal vez esté a la vuelta de la esquina. Es posible que los subtítulos pronto sean algo tan anticuado como el teletexto o la cinta perforada.

 

Podría ser que los ordenadores, gracias a la inteligencia artificial, doblasen con rasgos emocionales las bandas sonoras de una película o serie del idioma X al idioma Y en cuestión de segundos y a un coste irrisorio.

 

No sé si los actores del futuro deberían temer al progreso, pero los dobladores me temo que están en peligro de extinción.

 

¿Exageración? Bueno, ved cómo nuestros hijos celebran el Halloween como si fuese una fiesta autóctona (de hecho, tiene sus raíces locales, pero tampoco es idéntica a lo que aquí teníamos) o cómo la gente empieza a participar del Black Friday o del Día del Soltero. Pronto acabaremos celebrando el Día de Acción de Gracias, el Año Nuevo Chino o una semanita del Ramadán (un mes tal vez sería excesivo para nuestra volátil e hiperacelerada cultura global).

 

Nos dirigimos a una especie de cultura-refrito de un montón de ítems mundiales, en que cada semana habrá alguna fiesta o tótem cultural del que participarán las diversas culturas y competirán para proveer de elementos a esta cultura-refrito universal.

 

¿Es esto un triunfo de la diversidad o justamente su fracaso? ¿Veremos un renacimiento colorido de tradiciones y modos de pensar o acabaremos todos más grises que el cemento?

 

Me temo que Crichton se quedó corto. No quiero ser pesimista, pero hasta los medios de transmisión cultural se están reduciendo: cada vez se lee menos, se ve menos televisión, se escucha menos radio, se escucha menos música en directo, se va menos al cine o al teatro… y todo en favor de internet, que lo envuelve y engloba todo.

 

Sé que suena a “Video killed the radio star”, pero tal vez esta sea la buena,

 

Fijaos: la gente no disfruta plenamente una comida si no la fotografía y se la envía a los amigos; los asistentes a un concierto, lo graban en sus móviles, cuando la grabación va a ser posiblemente pésima; y así sucesivamente. Si no está en internet o en tu móvil, no existe.

 

En fin, como diría nuestro moderno filósofo global, el maestro Yoda: “siempre en movimiento el futuro está”. Veremos qué pasa, pero pintan bastos.