23 enero 2006

El fin de la ciencia

Estoy contento porque la tesis central de John Horgan, autor del libro El fin de la ciencia parece que hace aguas, al menos en el campo de la cosmología que, si nos lo miramos fríamente, es una ciencia relativamente reciente.

La tesis central de Horgan es que hemos llegado a un punto en que la ciencia prácticamente ha descubierto todo lo que era significativo en cuanto a fenómenos de la naturaleza y que posteriores avances serán meras entelequias teóricas imposibles de demostrar, como las teorías de supercuerdas y cosas por el estilo.

Pero la realidad es tozuda y parece que las cosas no son así. La cosmología nos ha sorprendido a todos con ciertas evidencias que parecen indicar que el universo está acelerando su expansión debido a la presencia de una especie de energía oscura cuando todavía no habíamos logrado dilucidar qué diantres era la materia oscura. Este fenómeno, de confirmarse implicaría un fin del Universo completamente diferente a lo que se había imaginado hasta ahora, en una especie de gran desgarrón: el Big Rip (valga el juego de palabras).

En mi opinión personal, creo que otros campos del saber, como la propia mecánica cuántica, la estructura interna de los planetas y muchos otros fenómenos todavía ocultan sorpresas y no todo está tan descubierto como Horgan pretende hacernos creer.

A fin de cuentas, el siglo pasado, antes de las grandes revoluciones que supusieron la teoría de la Relatividad y la Mecánica Cuántica, también muchos creían que habíamos llegado al fin de la ciencia. La realidad no les dio la razón y opino que tampoco se la dará a Horgan.

Estamos muy lejos todavía de la utópica Diaspar que otrora describiera Arthur C. Clarke en La ciudad y las estrellas.