20 abril 2006

Correlaciones: Extinciones

Hace unas semanas, en otro post, ya comenté mi preocupación por el descubrimiento de un verdadero paraíso ecológico hasta ahora intocado por las manos del hombre en Nueva Guinea.

Desde entonces, han aparecido dos rincones más de nuestro planeta que no estaban muy transitados que digamos. Uno, en Perú, donde se ha descubierto un pareje que contiene la tercera cascada más alta del mundo. No es que fuese exactamente virgen, pues hasta poseía una leyenda, pero estaba lejos de las rutas turísticas. A partir de ahora no va a seguir teniendo la misma suerte, mucho me temo, pues ya hay proyectos para devastar, perdón quise decir, explotar el lugar.

El segundo lugar, recién descubierto, se encuentra en la isla de Panglao, en las Filipinas, donde se ha hallado un paraíso marino que contiene 62 nuevas especies de moluscos, más lo que pueda venir.

Particularmente, yo también tengo mis pequeños "paraísos" de fin de semana. Viviendo en el Pirineo es fácil, a pesar del turismo que insufla vida a las poblaciones de esta cordillera, pero que también tiende a destrozar todo lo que toca, en especial en cuanto a medio natural se refiere. Mis rincones no son, desde luego, intocados ni vírgenes, aunque suelen ser muy poco conocidos y, si por mí es, así continuarán.

Esto me lleva frecuentemente a reflexionar sobre la pérdida de la biodiversidad ecológica en nuestro mundo y acerca de la extinción de las especies que comparten con nosotros este Arca de Noé cósmica que es la Tierra.

Europa es un continente desgastado por la industrialización, una fuerte población y una dilatada explotación de sus recursos, cuando no su destrucción simple y llana, ya sea por las guerras que ha sufrido, ya sea por la inconsciencia humana. Aún así, la preocupación ecológica es fuerte y hay abundantes parques naturales y zonas con diferentes tipos de protección, suerte de la que no gozan otras regiones de nuestro mundo, tan necesitadas de ello, como el sudeste asiático o el Amazonas.

La ciencia ficción ha tratado estos temas muy profusamente, en especial en las distopías cataclísmicas. Aunque a mí me preocupan más esos futuros en que no ha habido ninguna hecatombe global, sino en el que van desapareciendo, poco a poco, especies. Éstas mueren silenciadas, sin que nadie llore por ellas o haga esfuerzo alguno para evitar su desaparición. Ése futuro es el que más me preocupa, porque es nuestro futuro, nuestro presente.

Así, son especialmente sensibleras, aunque no por ello dejan de ser sensibles y muy tristes, las historias de Connie Willis sobre un mundo futuro no muy lejano en el que los perros y los gatos han desaparecido debido a una plaga de origen desconocido. Éste es el argumento de la novela corta El último de los Winnebago y uno de los elementos centrales de la novela Por no mencionar al perro.

Otro mundo imaginado especialmente estremecedor es el que ha creado J. Van Pelt, con sus premiados relatos "La última de las formas-O" y "El hombre de los helados", en que el mundo ha sufrido una plaga mutágena que impide el nacimiento de humanos y de animales "normales" y las consecuencias sociales que ello implica.

Finalmente, una de las imágenes que más impactaron en mi conciencia fue la del búho-robot de Blade Runner (basada en la obra de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides en ovejas eléctricas?) y un mundo en el que los seres vivos de una cierta complejidad eran tenidos como verdaderas joyas, pues habían prácticamente desaparecido de la faz de la Tierra.

Espero de todo corazón que este futuro no sea el que nos aguarda. Ecología aparte, el mundo sería muy aburrido y estaría muy vacío sin biodiversidad. Cuando se habla de los territorios simplemente como una fuente de recursos pienso que hay mucha gente que no sabe realmente en el planeta en que vive. Así nos va.