20 abril 2021

Las metamorfosis

Uno de los temas recurrentes de la literatura y no solo de la de ciencia ficción, son las metamorfosis. Los cambios de forma.

 

Ya en la literatura romana, el poeta Ovidio nos brindó el poema homónimo, Las metamorfosis, en el que, a los largo de quince libros nos ofrecía las historias de dioses y héroes grecolatinos. En muchas de esas historias, los personajes deben transformarse para escapar de las iras de los dioses o sufren una transformación como castigo por haber desatado su ira.

 

El escritor checo (entonces austrohúngaro) Franz Kafka, narra en La metamorfosis (1915), la historia de Gregor Samsa, un comerciante de telas que, de la noche a la mañana, acaba convertido en un repulsivo ser, una especie de cucaracha gigante.

 

¿Y en qué puede metamorfosearse un humano que dé más asco? Exacto: en una mosca. Todos recordamos el papel de Jeff Goldblum en La mosca (The Fly, 1986, dirigida por David Cronenberg), que tiene una secuela cinematográfica del 1989, de menor interés.

 

En Babylon 5, el personaje de Delenn, acaba metamorfoseándose (capullo incluido) al final de la primera temporada en un ser medio minbari, medio humano, a fin de poder servir de puente entre ambas razas.

 

Otra conocida metamorfosis, aunque biológicamente no tiene mucho sentido, se produce en la serie V, en la que Elizabeth, la Niña de las Estrellas, pasa de niña a adulta a través de una rápida metamorfosis más propia de un insecto que no de un reptiloide.

 

Para acabar, una metamorfosis que es más bien de tipo trascendentalista: la que sufre David Bowmann, el astronauta superviviente de la Discovery en 2001. Una odisea en el espacio, de Arthur C. Clarke, cuando entra en el Monolito y acaba convirtiéndose en un ser de energía pura.