Una nana alienígena
A veces se dice que las
matemáticas o la música son lenguajes universales. Creo que se trata de una
cierta exageración. Como mucho, universales en el sentido humano y a veces
pienso que ni eso.
Algunos científicos o escritores
de ciencia ficción atribuyen a las matemáticas o a la música un carácter
realmente universal, es decir, que podrían constituir la
base de un lenguaje de comunicación entre humanos y una supuesta civilización
alienígena.
Algo parecido sucedía en
Contacto (Contact, 1985) de Carl Sagan,
con un mensaje de radio que contenía, entre otras cosas, un sistema de
comunicación basado en las matemáticas al estilo del Lincos (Lingua
Cosmica), un lenguaje matemático creado en el año 1960 por el
matemático holandés Hans Freudenthal.
De hecho, dado que la
música se basa en parte en las matemáticas, como ya indicó Pitágoras, es
posible que una hipotética civilización alienígena que dominase el lenguaje de
las matemáticas, también pudiese utilizar algo parecido a la música (suponiendo
que no fuesen sordos, claro).
Esta idea es desarrollada
en la película Encuentros en la tercera fase (Close
Encounters of the Third Kind, 1977, de Steven Spielberg), en la que
los extraterrestres utilizan una secuencia de notas que se han hecho famosas a
raíz de la película.
Pensando en todo esto, los
ingenieros de la NASA incorporaron en las sondas espaciales Voyager 1 y 2,
sendos discos de oro anodizado en los que, entre otras cosas, había grabaciones
de música humana de muy diferentes tipos, donde -por cierto- predomina la
música de Bach, que siempre se ha considerado bastante cercana a las
matemáticas (véase el magnífico libro: Gödel, Escher, Bach,
1979, de Douglas Hofstadter).
De hecho, en el remake
de Ultimátum a la Tierra (The Day the Earth Stood
Still, 2008, dirigida por Scott Derrickson), el alienígena
protagonista se queda embelesado escuchando un fragmento de la música de Bach
(la primera de las variaciones Goldberg) y dice que es curioso que una especie
tan violenta y destructiva como la humana, sea capaz también de producir algo
tan maravilloso como dicha música. Ahí es nada.
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