13 diciembre 2006

Buenas noticias del Vaticano

“Buenas noticias del Vaticano” es un peculiar y original relato de Robert Silverberg en el que se narra la elección de un cardenal robot como Papa de Roma. Así visto, el planteamiento dista bastante de ser ortodoxo.

Silverberg aplica su humor sarcástico, que no siempre deja traslucir en sus narraciones, en este relato sui generis. El relato contiene algunos detalles que me gustaría remarcar.

Primero, está la frase de uno de los protagonistas del relato que afirma que puede ser la época adecuada para escoger un robot. En la sociedad en que se desarrollan los hechos, al parecer los robots están al orden del día y son muy comunes.

Después está el rabino especialista en ángeles que da una digresión culta sobre los diversos ángeles que pueblan el cielo. Entre ellos se encuentra el Metatrón, que hasta que releí este relato pensaba que era un personaje ficticio de Dogma. Pero no, al parecer pertenece a la mitología judeocristiana.

Hace poco hemos tenido una elección papal y la verdad es que, robot a parte, Silverberg retrata bastante bien los entresijos y parafernalias diversas que acompañan la elección de Papa.

Debo reconocer que tengo un especial cariño por este relato, pues fue lo primero que leí de Silverberg. Me acuerdo que en una reunión universitaria, cuando pertenecía a la UPCF, una asociación de amigos de la ciencia ficción, Miquel Barceló nos habló de este relato.

En seguida le pedí que me dejase un ejemplar del relato para poderlo leer, cosa a la que accedió muy amablemente. Y el resto es historia.

“Buenas noticias del Vaticano” trata en muy pocas páginas sobre la naturaleza humana y sobre los efectos que supondría introducir algo prácticamente eterno como un robot en una institución tradicional y tan antigua como la Iglesia católica.

Y desde luego, soy de la opinión que un Papa robot haría menos daño a la Humanidad que algunas de las elecciones con que el Sacro Colegio Cardenalicio nos ha obsequiado generosamente.

“Buenas noticias del Vaticano” no es el mejor relato de Silverberg, en mi opinión, pero sí que es uno de los más inclasificables y curiosos que ha escrito. Si podéis haceros con él, os recomiendo su atenta lectura.