09 julio 2020

Casi una ley natural


Creo que es en Los límites de la Fundación (Foundation’s Edge, 1982, Premios Hugo y Locus 1983), de Isaac Asimov, en donde se produce una interesante discusión acerca de las unidades de medida que utiliza la Humanidad en el futuro.

Según uno de los protagonistas, defensor de la existencia de un planeta original único de la especie humana (la mítica Tierra), las unidades de medida que se emplean tendrían su origen milenario en cosas relacionadas con la Tierra. Así, por ejemplo, la división del día en 24 horas, de las horas en 60 minutos y de los minutos en 60 segundos.

Si nos lo paramos a pensar, podría ser bien natural que si algún día conquistamos el espacio y poblamos otros mundos, tendremos que adaptar los sistemas de medición a dichos mundos. O tal vez no.

Los humanos nos regimos por un reloj interno controlado por unos ritmos de duración 24 horas conocidos como los circadianos. De hecho, cuando cambiamos de zona horaria debido a los viajes en avión, se produce un desacompasamiento temporal de los circadianos conocido como “jet lag” que nos produce algunas molestias metabólicas (cambios en el ciclo del sueño, mal humor, fatiga, etc.).

Las unidades de medida del tiempo nos retrotraen al Oriente Próximo, a los caldeos, sumerios y babilónicos que utilizaban un sistema sexagesimal (base 60) que hemos heredado para medir los ángulos y el tiempo. De hecho, ambos están relacionados, pues la bóveda celeste, tanto puede hacer referencia a ángulos como a períodos de tiempo, de ahí que se utilicen grados, minutos y segundos como unidades de medida.

Pero algunas unidades de medida son totalmente arbitrarias, como el metro o el kilogramo. El metro, por ejemplo, se definió originariamente como una fracción decimal del meridiano de Greenwich de la Tierra. Y el kilogramo es todavía más arbitrario.

Es posible que nos llevásemos nuestras medidas a las estrellas y siguiésemos utilizándolas con más o menos adaptaciones locales. ¿Qué decir del año-luzo del pársec? Los humanos somos tremendamente conservadores, hasta el punto que algunos confunden estas unidades de medida con las leyes de la naturaleza, cuando en el fondo son cantidades arbitrarias.

¿Existen unidades naturales? Sí, desde luego. El mol, como unidad de cantidad de substancia asociada al número de Avogadro (el número de partículas que forman un mol), pero es un número muy grande. Por otro lado, la carga eléctrica del electrón o la masa de este, son cantidades poco prácticas para definir unidades, pues son muy pequeñas y para nombrar cantidades macroscópicas se necesitarían números enormes.

Así que, de momento, tenemos lo que tenemos. En la ciencia ficción hay ejemplos de otros sistemas de referencia. En Star Trek, por ejemplo, los klingon utilizan otras unidades de distancia (kellicams) o los romulanos, otros sistemas de medir temperatura (onkians). Las propias fechas de los humanos utilizan la coletilla de “fecha estelar”, un sistema diferente de medir el paso del tiempo.