Casi una ley natural
Creo que es en
Los límites de la Fundación (Foundation’s
Edge, 1982, Premios Hugo y Locus 1983), de Isaac Asimov, en donde se
produce una interesante discusión acerca de las unidades de medida que utiliza
la Humanidad en el futuro.
Según uno de los
protagonistas, defensor de la existencia de un planeta original único de la
especie humana (la mítica Tierra), las unidades de medida que se emplean tendrían
su origen milenario en cosas relacionadas con la Tierra. Así, por ejemplo, la
división del día en 24 horas, de las horas en 60 minutos y de los minutos en 60
segundos.
Si nos lo paramos a
pensar, podría ser bien natural que si algún día conquistamos el espacio y
poblamos otros mundos, tendremos que adaptar los sistemas de medición a dichos
mundos. O tal vez no.
Los humanos nos regimos
por un reloj interno controlado por unos ritmos de duración 24 horas conocidos
como los circadianos. De hecho, cuando cambiamos de zona horaria debido a los
viajes en avión, se produce un desacompasamiento temporal de los circadianos
conocido como “jet lag” que nos produce algunas molestias metabólicas (cambios
en el ciclo del sueño, mal humor, fatiga, etc.).
Las unidades de medida del
tiempo nos retrotraen al Oriente Próximo, a los caldeos, sumerios y babilónicos
que utilizaban un sistema sexagesimal (base 60) que hemos heredado para medir
los ángulos y el tiempo. De hecho, ambos están relacionados, pues la bóveda
celeste, tanto puede hacer referencia a ángulos como a períodos de tiempo, de
ahí que se utilicen grados, minutos y segundos como unidades de medida.
Pero algunas unidades de
medida son totalmente arbitrarias, como el metro o el kilogramo. El metro, por
ejemplo, se definió originariamente como una fracción decimal del meridiano de
Greenwich de la Tierra. Y el kilogramo es todavía más arbitrario.
Es posible que nos
llevásemos nuestras medidas a las estrellas y siguiésemos utilizándolas con más
o menos adaptaciones locales. ¿Qué decir del año-luzo del pársec? Los humanos
somos tremendamente conservadores, hasta el punto que algunos confunden estas
unidades de medida con las leyes de la naturaleza, cuando en el fondo son
cantidades arbitrarias.
¿Existen unidades
naturales? Sí, desde luego. El mol, como unidad de cantidad de substancia
asociada al número de Avogadro (el número de partículas que forman un mol),
pero es un número muy grande. Por otro lado, la carga eléctrica del electrón o
la masa de este, son cantidades poco prácticas para definir unidades, pues son
muy pequeñas y para nombrar cantidades macroscópicas se necesitarían números
enormes.
Así que, de momento,
tenemos lo que tenemos. En la ciencia ficción hay ejemplos de otros sistemas de
referencia. En Star Trek, por ejemplo, los klingon utilizan
otras unidades de distancia (kellicams) o los romulanos, otros sistemas de
medir temperatura (onkians). Las propias fechas de los humanos utilizan la
coletilla de “fecha estelar”, un sistema diferente de medir el paso del tiempo.
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