20 mayo 2020

Antropoceno


¿Os habéis planteado alguna vez cómo verán el siglo XX o el XXI los arqueólogos del futuro? Es posible que la visión que tengan de nosotros, si no pueden acceder a otras fuentes más fiables que las excavaciones arqueológicas y los restos documentales, sea verdaderamente pintoresca.

Para empezar: uno de los grandes problemas será la documentación. Disponemos de pergaminos de hace más de un milenio en un estado de conservación aceptable y perfectamente legibles. Pero, ¿podemos decir lo mismo de un periódico del siglo XXI o de un documento imprimido por una impresora láser o de chorro de tinta?

No hablemos ya de los documentos digitales. Quien haya tenido que trabajar alguna vez con dispositivos antiguos, como casetes o incluso disquets y con formatos antiguos de ficheros, sabrá a qué me refiero. La mayor parte de estos contenidos, si no ha sido pasado a formatos más estandarizados, se perderá, muy probablemente, “como lágrimas en la lluvia”.

Una fotografía en color tiene una vida limitada, pero cualquiera la puede interpretar. En cambio un archivo en formato jpg o png está codificado y solo puede visualizarse con el software correcto que funcione en el hardware disponible. Hoy no hay demasiado problema, ¿pero dentro de dos siglos aún será posible visualizar un archivo jpg? Lo mismo pasa con los archivos sonoros.

Además, el siglo XX y por supuesto el XXI son períodos muy moviditos. Han pasado muchísimas cosas y no será muy fácil disponerlas cronológicamente. Hay un divertido relato de Alfred Bester, titulado “El orinal floreado” (”The Flowered Thundermug”, 1964), contenido en la antología Irrealidades virtuales, que trata precisamente de esta situación.

En otro conocido relato de Ursula K. LeGuin, incluido en la maravillosa antología Las doce moradas del viento, en “Abril en París” (”April in Paris”, 1962), unos arqueólogos del futuro comentan que todas las dentaduras de la “América Primitiva” estaban llenas de empastes dentales. Lo que me recuerda a los análisis de huesos realizados a las momias del Antiguo Egipto en nuestros días. Igual que hacemos hoy con ellos, harán con nosotros en el futuro.

Sin duda, una de las cosas que más se encontraran en los estratos geológicos de nuestro presente y que será un elemento claramente definitorio de nuestro período histórico, al que algunos geólogos llaman ya el Antropoceno, será el plástico, esa substancia tan duradera, que sobrevivirá al paso de los siglos y que será nuestro sello personal en el registro de la Historia.

Si es que hay futuro para nuestra especie, claro. Si no, tal vez, los arqueólogos serán de otra especie y aún lo tendrán más difícil para interpretar los vestigios dejados.