08 enero 2006

Implantes

Escucho con estupor una noticia emitida por televisión sobre la iniciativa de cierta empresa estadounidense que ha propuesto a sus empleados que se implamten un chip bajo la piel de la mano que les permitirá identificarse ante el ordenador sin necesidad de engorrosos y olvidadizos passwords. Ello me ha recordado inmediatamente a multitud de relatos, libros y películas de ciencia ficción, tantas que sería difícil dar una lista detallada.

¿De verdad hay todavía gente que se tenga por culta que crea que la literatura de ciencia ficción son tonterías futuristas? El futuro ha llegado y es frío.

Ejemplos como éste sirven para reivindicar una vez más un cierto tipo de ciencia ficción, en especial la de carácter especulativo o prospectista, que nos alerta acerca de tendencias presentes que podrían tener inesparadas (o no tan inesperadas) consecuencias en un futuro más o menos cercano y que deberíamos considerar menos alegremente de lo que hacemos.

Implantarse un chip desde luego es una decisión estrictamente personal y allá cada cual, pero eso nos pone demasiado cerca de que los implantes se conviertan en algo habitual o, mucho peor, obligatorio.

Hace tiempo en Estados Unidos se planteó la posibilidad de implantar un chip sanitario en ciertos pacientes. De acuerdo, la idea puede ser buena si tienes alguna patología o alergía que los médicos deban tener en cuenta en caso de accidente y tú no estés consciente para informarles de ello. Pero también se plantea la cuestión de la privacidad. ¿Cómo de seguros son esos chips? Si las bandas criminales se las ingenian para falsificar todo tipo de dispositivos, ¿seguro que son tan inaccesibles como nos quieren hacer creer? ¿No corremos el riesgo de que cualquier desaprensivo pueda acceder a nuestros datos médicos simplemente pasando a nuestro lado con un lector adecuado?

A mí, particularmente, me tendrían que obligar unos señores muy forzudos a dejarme implantar un chip por pequeño que fuese en mi cuerpo y menos si fuese para un uso tan ridículo. ¿Tan tonta es la gente que no es capaz de recordar un password? ¿A esos extremos hemos llegado? ¿Es que no se lo pueden apuntar en una notita y llevarlo en la cartera? Ya puestos, les podrían instalar un megachip en el cerebro con una enciclopedia incorporada que les susurrase todo tipo de informaciones. Así podrían pasar por auténticos prodigios en un concurso televisivo, cuando realmente serían unos simples aprendices de Borg.

1 Comments:

At 9:43 a. m., Blogger Santiago Eximeno said...

Un chip que diese acceso a Internet, eso sí sería interesante. ¡Adiós al wireless! :)
Lo cierto es que, probablemente, yo me lo implantaría y luego lo hackearía para adaptarlo a mis necesidades, como una PS2 :)

 

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