29 noviembre 2006

Todo a su tiempo

Es curioso leer algunos relatos y novelas de la época clásica de la ciencia ficción (los años 40) y no ver en ellos ni ordenadores, ni teoría del caos, ni fractales, ni apenas inteligencia artificial.

Y es que toda época tiene sus tótems y en la ciencia ficción no iba a ser diferente. Asimov comentaba que en su Trilogía de la Fundación no aparecían ordenadores y que parecía que nadie se había percatado de ello. En cambio, en una obra muy posterior, Los límites de la Fundación los ordenadores estaban presentes.

Hoy en día hablar de la teoría del caos, de los fractales, de la realidad virtual, de los virus de ordenador (sí, esos que se cargan a toda una nave alienígena en ID4), el efecto mariposa, la vida artificial, los comportamientos emergentes o la nanotecnología, no sólo es normal sino que en determinadas obras parece obligatorio.

Hasta autores claramente tecnófobos como Michael Crichton utilizan estos temas en sus novelas. Así, se nos habla de la teoría del caos en Parque Jurásico y del comportamiento emergente y de la nanotecnología en Presa (aunque sea para machacar).

Tampoco los temas relacionados strictu sensu con la mecánica cuántica son muy frecuentes y eso que esta disciplina del saber es ya bastante antigua. Sí, desde luego, se utiliza la cantinela de la cuántica para todo tipo de dispositivos y gadgets, pero a la hora de la verdad, pocos se atreven con ella. Un buen ejemplo de lo contrario es Greg Egan. Baste leer la recopilación de relatos Axiomático para ver el jugo que puede sacársele a la mecánica cuántica.

También tiene sus años la teoría de los universos alternativos. Egan le da sus usos, aunque aquí parece que los autores se han atrevido más. Stephen Utley, por ejemplo, con su serie de relatos del silúrico, lo ha utilizado y quien más partido le ha sacado probablemente sea Frederik Pohl, con su delicioso y delirante La llegada de los gatos cuánticos.

Tampoco la ciencia ficción previó la revolución de las comunicaciones. Baste ver la forma y tamaño que tienen los intercomunicadores en las series de ciencia ficción y compararlos con los móviles de última generación, en color, con vídeo, agenda, juegos: verdaderos ordenadores de bolsillo.

Tengo curiosidad por saber cuáles serán las temáticas del futuro que hoy se nos escapan y que el día del mañana serán tan naturales como el respirar.