07 enero 2021

Ucronías mágicas

El género ucrónico está de moda. No obstante, algunas de las ucronías más conocidas son poco clásicas, por decirlo de alguna manera y están emparentadas fuertemente con la literatura fantástica.

 

Comencemos con Bula Matari, de José Miguel Pallarés y León Arsenal, una África neopúnica, en la que los cartagineses vencieron a los romanos, tiene un estilo más cercano a la novela de aventuras pulp tipo Haggard.

 

Después está Pavana (1968), de Keith Roberts, que nos habla de un mundo en el que la Armada Invencible de Felipe II fue realmente invencible y la Iglesia Católica se ha adueñado de Occidente.

 

No obstante, Pavana introduce elementos fantásticos que poco tienen que ver con las ucronías clásicas, aunque el desarrollo general de la novela es más cercano a la ciencia ficción que a la fantasía.

 

Y también está el Madrid ucrónico creado por Eduardo Vaquerizo en Danza de tinieblas (2005), que combina la ciencia ficción del: ¿qué hubiera pasado si Juan de Austria hubiera sucedido a Felipe II?, con elementos más propios de la fantasía de El Golem.

 

Finalmente, Materia celeste (Celestial Matters, 1996), de Richard Garfinkle, en el que se nos describe un mundo en el que Alejandro Magno no murió en Babilonia de joven y los griegos se hicieron con el control de Occidente. Nuevamente, el elemento fantástico aflora, ya que la ciencia que funciona es la de los cuatro elementos y aquella en la que los griegos clásicos creían.