19 marzo 2007

Las Leyes de la Ciencia Ficción

La ciencia ficción y su entorno es pródigo en leyes, esto es, enunciados más o menos ingeniosos que describen algún tipo de hecho o de realidad. Tal vez las más conocidas sean las leyes de Clarke, enunciadas por el conocido autor de 2001: Una odisea en el espacio:

1. Cuando un viejo y distinguido científico determina que algo es posible, probablemente está en lo correcto. Cuando determina que algo es imposible, probablemente está equivocado.

2. La única manera de descubrir los límites de lo posible es aventurarse hacia lo imposible.

3. Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia.

Tal vez la más citada y empleada para justificar ciertas tramas en muchas novelas y relatos de ciencia ficción sea la tercera.

Arthur C. Clarke formuló la primera de estas Leyes en el ensayo “Peligros de la profecía: la falta de imaginación” (“Hazards of Prophecy: The Failure of Imagination”) en Perfiles del futuro (Profiles of the Future, 1962).

Otra vaca sagrada de la ciencia ficción, Theodore Sturgeon, tiene también su aforismo o revelación de Sturgeon (a veces conocida también como Ley de Sturgeon, aunque ésta se corresponde a otra cita):

“El noventa por ciento de todo es basura"

Que aplicada a la ciencia ficción queda como:

“El noventa por ciento de la ciencia ficción es basura”.

La Revelación de Sturgeon tiene los siguiente corolarios:

1. La existencia de una enorme cantidad de basura en ciencia-ficción es un hecho verificado y lamentable. Dicho esto, el hecho no es más pronunciado que la existencia de basura en todos lados.

2. La mejor ciencia-ficción es tan buena como la mejor ficción en cualquier otro campo.

Aunque tal vez, las leyes relacionadas con la ciencia ficción más conocidas dentro y fuera del mundillo sean las famosísimas tres leyes de la robótica. Se trata de un conjunto de reglas escritas por Isaac Asimov, que la mayoría de los robots de sus novelas y cuentos están diseñados para cumplir y que el Buen Doctor se encargó de desarrollar y explotar hasta la saciedad en sus relatos y novelas de robots, como Yo, Robot, Los robots, Robots e Imperio, etc. Admiten la siguiente formulación:

1. Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.

2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la Primera Ley.

3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.

Posteriormente, se añadió una ley superior a la Primera ley conocida como Ley Cero con la siguiente formulación:

0. Un robot no puede hacer daño a la Humanidad o, por inacción, permitir que la Humanidad sufra daño.

Aunque Asimov atribuye las Tres Leyes a una conversación con John W. Campbell (su editor) a finales de 1940, el propio Campbell sostuvo que Asimov ya las tenía pensadas y que los dos simplemente las expresaron de una manera más formal.

Una ley que no tiene relación directa con la ciencia ficción pero que se puede aplicar con total seguridad a los foros de ciencia ficción (como pudimos ver en su día multitud de veces en Cyberdark.net) es la Ley de Godwin:

“A medida que una discusión en Internet se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Hitler o a los nazis tiende a uno.

A la que hay que añadir el Corolario de Sircar:

“Si en una conversación de Internet se abordan temas como la homosexualidad o Heinlein, Hitler o los nazis serán nombrados en un plazo máximo de tres días.”

Finalmente, me gustaría citar la Ley de la controversia de Benford, una ley sociológica aplicable a cualquier tipo de discusión y que fue planteada por Gregory Benford en su novela Cronopaisaje (Timescape, 1980):

“La pasión o emoción es inversamente proporcional a la cantidad de información real disponible”.