15 enero 2021

Correlaciones: Con el leve aleteo

La empresa alemana Festo, especializada en automatización y robótica ha presentado recientemente BionicSwift, un pájaro robot que mueve las alas con un sorprendente realismo y que es capaz hasta de realizar picados.

 

La ciencia ficción nos ha hablado muchas veces de robots humaniformes, pero no es menos cierto que también en algunas ocasiones nos ha prometido robots de otros tipos, como animales sintéticos.

 

Uno de los casos más conocidos es el famoso búho artificial que aparece en Blade Runner (1982), magnífica película de Ridley Scott, basada en la novela de Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas (Do Androids Dream Of Electric Sheep?, 1968). En el mundo de Blade Runner, los animales reales son prácticamente inexistentes y han sido recreados por los humanos en forma robótica.

 

En la reciente serie Star Trek: Picard, aparece un mundo de seres artificiales de matriz positrónica, los sintéticos, en los que ha sido recreados algunos animales, como las mariposas.

 

En el relato “Qué es el hombre” (“That Thou Art Mindful of Him!”, 1974), de Isaac Asimov, aparecen insectos positrónicos, dedicados a exterminar plagas.

 

En uno de los capítulos de The Red Dwarf aparecen unos peces robóticos, llamados Lennon y McCartney, cuya única finalidad parece ser la de estar allí y entretener a sus potenciales observadores.

 

Recientemente, en el mundo real, hemos visto en Singapur, perros robóticos que campaban a sus anchas por los parques para avisar a los transeúntes que debían respetar las distancias de seguridad debidas a la emergencia sanitaria del covid-19.

 

La ficción y la realidad se entremezclan. Hay toda una rama de la Ingeniería combinada con las Matemáticas dedicada a estudiar el movimiento de las patas de los insectos para aplicarla a los robots. Esto podría tener mucha importancia en el futuro cercano a la hora de enviar sondas robóticas, por ejemplo, a la Luna o a Marte.

 

Al paso que vamos, sí que puede suceder que dentro de un siglo (o menos) los grandes animales se conviertan en algo extremadamente raro o inexistente y debamos conformarnos con sus simulaciones robóticas, aunque quiero creer que no seremos tan estúpidos como para llegar a esos extremos.