20 abril 2010

Últimas palabras

¿Por qué las últimas palabras de las inteligencias artificiales tienen que ser tan endiabladamente humanoides y emocionales? ¿Les concedemos la redención, finalmente y los aceptamos como humanos?

El otro día afirmaba que mi frase favorita dentro de la ciencia ficción son las últimas palabras del replicante Roy Batti en Blade Runner:

Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tanhauser... Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. ¡Es tiempo de morir!

A parte de la indudable belleza lírica de la frase, tal vez lo que hace que funcione -a parte del tremendo contexto de la escena en que es pronunciada- es el conjunto de referencias extrañas a un universo extraño a partir de elementos parcialmente conocidos.

Por ejemplo, ¿qué son los rayos C? Suena a arma, pero quién sabe. ¿Y qué es la puerta de Tanhauser? A parte de una referencia a la ópera de Wagner (no es la única: en la novela aparece un fragmento de "La flauta mágica" de Mozart, el "Könnte jeder brave Mann"). Incluso se nos sugieren imágenes poco menos que pictóricas: "atacar naves en llamas más allá de Orión".

Finalmente, la coletilla con una de las más bellas comparaciones de la historia de la ciencia ficción: "todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia".

Pero no son las únicas últimas palabras. A veces no hace falta recitar discursos. En 2010. Odisea dos, cuando HAL está a punto de sacrificarse para que la tripulación humana pueda escapar ilesa, le pregunta a su creador, el doctor Chandra:

-¿Soñaré?

Frase que siempre me ha hecho soltar unas lagrimitas y no me preguntéis por qué. Y eso que en teoría es la misma frase que le pregunta SAL, el ordenador gemelo de HAL en la Tierra al doctor Chandra cuando deciden hacer la prueba de ver si los ordenadores de la serie 9000 pueden soñar o no.

También terribles son las palabras de HAL en 2001. Una odisea en el espacio, cuando se pone a cantar un patético "Daisy, Daisy", aunque a mí me llega mucho más el tremendo "¿Soñaré?", que parece más bien la pregunta de un niño a punto de morir y que es consciente de ello.

En lo que se refiere a los robots asimovianos, tenemos el caso de Andrew Martin, quien tras conseguir el reconocimiento como humano a cambio de su mortalidad, se va a la "tumba" pensando en su "pequeña señorita", en un acto de devoción servil muy propia de este tipo de robots.

1 Comments:

At 2:26 p. m., Blogger francissco said...

Creo haber oído que la frase del replicante la propuso el propio actor, el inmenso y desaprovechado Rutger Hauer.

Lo de naves en llamas -dejando aparte el hecho de la falta de oxígeno en el espacio para que se produzcan- proyecta la imagen de una expansión espacial inesperada, en un universo tan claustrofobico como el de la peli.

En este caso, quizá, el replicante es algo biológico más que artificial. Será por eso que tiene su corazoncito, je, je.

Un saludo.

 

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